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Fidel y Cuba en África
¡C

ómo estarán deteriorados nuestros servicios de inteligencia que no nos enteramos de que los cubanos iban a Angola, sino cuando ya estaban allí!, comentó Kissinger a Carlos Andrés Pérez, presidente de Venezuela, después del anuncio oficial de la noticia el 24 de noviembre de 1975: una anécdota contada por Gabriel García Márquez en el impecable artículo Operación Carlota de Cuba en Angola. En realidad, el primer barco en costa africana, el Vietnam Heroico, llegó el 4 de octubre, seguido por otros dos, surcaron sigilosamente 10 mil kilómetros llevando a 480 especialistas militares, encargados de organizar centros de entrenamiento para formar 16 batallones de infantería angolana, brigadas médicas, pues en Angola había sólo 90 médicos, equipo de comunicaciones, transporte y mil toneladas de combustible. La Operación Carlota arrancó el 7 de noviembre transportando 600 miembros de tropas especiales en los viejos aviones Bristol Britania de turbo hélice, cargados con cañones de 75 milímetros y morteros para atajar el avance de las tropas enemigas que por el norte y el sur habían invadido el territorio, con el objetivo de impedir que el 11 de noviembre Agostinho Neto declarara la independencia del país. Ciertamente Kissinger ignoraba qué sucedía y planeó otro desenlace: un cómodo paseo para aniquilar esta nueva revolución descolonizadora. Ya para entonces todo el pueblo de Cuba guardaba el secreto compartido.

Este 2021 se amontonan los aniversarios de esa gran epopeya de Fidel y de Cuba en África. El más antiguo: 55 años de la primera reunión Tricontinental de la Ospaal (Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina) en enero de 1966 en La Habana, donde participaron 500 delegados de 82 países de los tres continentes que representaban a las diferentes corrientes ideológicas y formas de lucha; su objetivo era formar y consolidar una alianza tercermundista contra el colonialismo y la injerencia militar y económica del imperialismo estadunidense, reforzando la unidad y desarrollando las teorías poscoloniales. El compromiso era por la liberación nacional bajo diversas formas, la autodeterminación de los pueblos contra el neocolonialismo y contra las formas de dominación como el apartheid y el bloqueo por el desarme y la paz mundial.

La reunión ocurrió bajo las imágenes de Lumumba, Sandino, Ben Barka, José Martí, Farabundo Martí y Franz Fanon. Asistieron líderes y organizaciones, como Salvador Allende (Chile), Amílcar Cabral (Guinea Bissau), Turcios Lima (Guatemala), Cheddi Jagan (Guyana), Medina Silva (Venezuela), Nguyen Van Tien (Vietcong), Rodney Arismendi (Uruguay), Carlos Marighella (Brasil), representantes del MPLA (Angola), Frelimo (Mozambique), Argelia, Egipto, Laos, Palestina, Yemen, Libia, Marruecos, Cambodia, Tanzania; Zimbawe, Congo, Sudáfrica. Muchos de ellos contactados y entrenados por el Che en el Congo. El promotor de esta idea panafricano-asiática-americana fue Ben Barka, dirigente marroquí que no asistió porque fue secuestrado y desaparecido. La intensa lucha antimperialista durante los años 60 y 70 llevó a la Ospaal a enfrentar el asesinato y la violencia sistemática contra la mayoría de los dirigentes y sus pueblos, a implacables golpes de Estado. Pero también hubo victorias importantes: Vietnam, Laos, Nicaragua, Marruecos, Panamá, Guyana, Jamaica, Angola, Mozambique, Guinea, Etiopía y la conformación de grandes movimientos sociales, incluso en norteamérica. Impresos en la memoria están el vibrante discurso de clausura de Fidel y el artículo del Che, Crear dos, tres Vietnam…

El segundo aniversario cumple 45 años de aquel 27 de marzo de 1976, cuando las tropas cubano-angolanas lograron expulsar, por primera vez, a los invasores que entraron por el norte desde marzo del 75: Holden Roberto, un personaje corrupto, financiado por la CIA, Europa y China; por el oeste Savimbi, un dirigente tribalista aliado de Portugal y Zaire; el 5 de agosto las primeras tropas sudafricanas por el sur, a través del territorio ocupado de Namibia, formando una extensa pinza que se cerraría sobre Luanda, la capital, para garantizar 500 años de explotación. Desde octubre, con los primeros cubanos, se reorganizó la defensa y los combates se acrecentaron. Por increíble que parezca, la primera tarea fue despejar el puerto de los cientos de automóviles abandonados por los portugueses en su loca huida, y en Angola no había suficientes choferes. Relata García Márquez que en aquella etapa, Fidel acudió a todos los embarques que se hicieron, habló y reflexionó con todos. En el primero, viendo las difíciles condiciones para surcar 10 mil kilómetros, les dijo: “Bueno, de todos modos, van más cómodos que en El Granma”, la comparación subrayaba el enorme reto simbólico.

La comprensión del momento estratégico en la lucha antimperialista llevó a Fidel a asumir este compromiso histórico: se mantuvo diariamente en una sala cubierta por grandes mapas de Angola, analizando cada posibilidad. La decisión de afrontar una guerra total la tomó el Comité Central del Partido el 5 de noviembre y la nombró Operación Carlota, celebrando que el 5 de noviembre de 1854, en el ingenio Triunvirato de Matanzas, Carlota, una rebelde negra Lucumí, llamó, machete en mano, a la sublevación, que terminaría cuando la apresaron y desmembraron amarrada a cuatro caballos. La responsabilidad de esta decisión era inmensa: la derrota podía acarrear el recrudecimiento del dominio europeo y estadunidense sobre África y su intervención en Cuba.