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Panorama fiscal y monetario 2021-22
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as proyecciones económicas sobre el desempeño próximo de la economía mundial señalan que la pandemia dejará una huella duradera en la desigualdad, la pobreza y las finanzas públicas. Este panorama, además, se verá afectado por la decisión de la Reserva Federal (Fed) estadunidense de reducir sus compras de valores financieros en 15 mil millones de dólares mensuales. Esta decisión señala el inicio del fin del apoyo monetario de ese banco central derivado de la pandemia. Uno de los asuntos que marca el futuro económico es el incremento global de la deuda pública y privada, que creció 20 por ciento en 2020, alcanzando un valor casi igual al PIB mundial.

La manera en que muchos gobiernos trataron de contener los efectos más negativos de la pandemia fue con incrementos significativos del gasto público, aprovechando que las tasas de interés internacionales se mantenían en niveles bajos. La política fiscal se propuso apoyar el funcionamiento de empresas y hogares, proteger el empleo y, por supuesto, ampliar la capacidad de atención hospitalaria. Los bancos centrales, por su parte, intentaron mantener las tasas de interés nacionales en los menores niveles posibles, para contribuir a un entorno que facilitará contener la crisis y auspiciar una pronta recuperación.

En contraste, el gobierno mexicano enfrentó las dificultades de otra manera. La política fiscal se mantuvo fundamentalmente con el diseño previo a la pandemia, pese a que era muy probable que disminuyeran los ingresos públicos. El monto del gasto no se modificó, pero se reorientaron recursos del gasto corriente para salvaguardar los programas sociales. Al mismo tiempo, en 2020 las decisiones de política monetaria del Banco de México en principio redujeron la tasa de referencia llevándola hasta el 3 por ciento. Estas posturas fiscales y monetarias fueron apoyadas por nuestros compatriotas en Estados Unidos, que enviaron 40 mil 600 millones de dólares a sus familias, equivalentes a 812 mil millones de pesos, un apoyo de casi 5 por ciento del PIB de 2020.

Este año y los inmediatos siguientes, las tasas de interés y el valor del dólar en los mercados mundiales se incrementarán siguiendo las decisiones de la Fed. Consecuentemente, para los países deudores se acrecentarán las dificultades existentes provocando que los apoyos fiscales terminen antes de tiempo. En contraste, los grandes programas anunciados por la Unión Europea (Instrumento europeo de recuperación) y Estados Unidos (Plan de empleo estadunidense, Plan para las familias y Plan para Infraestructura), según el FMI, podrían aportar significativamente al crecimiento del PIB mundial.

Frente a este panorama negativo, que tiene en el centro los retos de las finanzas públicas, el FMI en el último número de su Monitor Fiscal ha propuesto a los gobiernos: que los apoyos fiscales se retiren paulatinamente, cuidando la estabilidad financiera y el crecimiento de precios; priorizar la recuperación transformando la economía para que sea verde, más resi-liente e incluyente; aumentar los ingresos tributarios y eficientar el gasto público; afianzar la credibilidad en la política fiscal ampliando sus márgenes de acción sin arriesgar el crédito público.

El gobierno federal de México, por sus decisiones de 2020 y por que el respaldo de los migrantes a sus familias sigue creciendo, cuenta con espacio para sostener la política actual. Las finanzas públicas mexicanas no enfrentan dificultades adicionales, ya que no hubo endeudamiento neto adicional y buena parte de los recursos destinados a resolver las complicaciones derivadas de la pandemia se resolvieron con recortes en ciertas partidas, sin afectar los programas sociales y los grandes proyectos de inversión pública.

Sin embargo, en los meses próximos habrá dificultades que no se podrán enfrentar siguiendo las pautas que funcionaron e 2020, aunque no impidieron que la contracción de ese año fuera severa. Sostener que nuestra manera de enfrentar la crisis pandémica ha sido exitosa y que deben simplemente repetirse las decisiones, supone olvidar que las afectaciones que recibió la economía no sólo fueron duras, sino que han dejado secuelas que es preciso atender.

Por esto, en el caso mexicano conviene valorar las propuestas del FMI, repensando la formulación de las metas políticas en un entorno futuro que será difícil; reforzar la transformación de la economía orientándola hacia la sustentabilidad; ampliar los ingresos tributarios controlando la evasión y elusión y reformando el sistema tributario. Junto con estas medidas, resulta necesario renovar el pacto social, incorporando una redefinición de las fronteras de la economía mixta que establezca que socialmente conviene corregir la reforma energética y petrolera del sexenio anterior, al tiempo que la división de roles entre el sector público y privado se mantiene en el resto de los sectores económicos. Si entendemos que no todo tiene que seguir igual, será posible que no solamente recuperemos lo perdido en la pandemia, sino que avancemos.