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Miguel Ángel González enfrenta los estragos de la fama

El Mago, quien enfrentó a Chavéz y De la Hoya, busca la redención
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▲ Hace unas semanas, el ex campeón mundial de peso ligero vagaba por la Ciudad de México en franco estado de deterioro.Foto CMB
 
Periódico La Jornada
Miércoles 13 de octubre de 2021, p. a12

La historia es vieja. Los boxeadores que se desbarrancan desde la cúspide del éxito hasta la sima de la ruina. Una y otra vez, como una ofrenda ineludible, como un precio por permitirse vivir unos años en la gloria. Miguel Ángel González, ex campeón mundial en peso ligero y protagonista de combates con figuras legendarias, es un eslabón más de esta cadena de biografías hechas pedazos.

Hace una semana, el Mago, como le conocían en los años de esplendor, todavía vagaba por las calles de la colonia Roma en la Ciudad de México, desastrado y muy deteriorado por las adicciones al alcohol y las drogas. No estaba completamente en situación de calle –aclara su hija Fernanda–, pero ya se encontraba en un estado de abandono casi total.

González intenta dejar atrás todo el pasado de ruina, y también de gloria, mientras se recupera en una clínica para rehabilitación contra las adicciones. Llegó en estado alterado por las sustancias, cuenta Aarón Silva, director de la Hacienda Nueva Vida, donde se encuentra.

No es fácil rehabilitar a boxeadores, comenta Silva; vienen embriagados de soberbia, de los recuerdos de cuando todos los trataban como campeones, tenían dinero y fama, en una palabra: poder. Y eso al final les juega en contra, hay que luchar, el alcohol y las drogas sólo son sustancias que les dan placer, el problema de fondo es otro.

Silva ha trabajado con varios peleadores con adicciones en colaboración con el Consejo Mundial de Boxeo. Lo repetitivo de este patrón piensa que está relacionado con el origen del que emergen estos deportistas.

Vienen del barrio, de la pobreza más cruda, explica Silva; han carecido de todo y un día empiezan a tener dinero y la gente los adula y eso es muy fuerte. Nadie los educa a controlar el éxito ni los prepara emocionalmente para convivir con esa nueva realidad que los deslumbra; creo que ahí es donde hay que trabajar para prevenir estos patrones de conducta en los boxeadores.

Hace unos días, la mirada de Miguel Ángel cambió cuando vio una pera de boxeo que colgaba en el gimnasio de la clínica donde se rehabilita. Ahí descubrieron que el Mago tiene deseos honestos de recuperarse y apoyar a otras personas que viven experiencias similares. Ha propuesto impartir clases a los internos y ahí puede estar el camino de la redención.

Por el momento tendrá que despojarse del personaje que fue en los años 90, aquel que enfrentó a la estrella Óscar de la Hoya en Las Vegas; el peleador que casi derrota al ídolo Julio César Chávez en la Plaza de Toros México en 1998; el que defendió en 10 ocasiones el cinturón ligero del CMB. Y también al hombre arruinado que vagaba intoxicado por la colonia Roma, el barrio de donde emergió a la fama, esa misma –piensan algunos– que lo llevó a la ruina.