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¿La fiesta en paz?

i la autoridad sigue deslindándose de la fiesta de los toros, será corresponsable de su final: Guadalupe Loera

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La de toros fue convertida en fiesta de toreros y sólo de unos cuantos, a ciencia y paciencia de todos los taurinos.Foto Archivo
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burrido de tanta complacencia y autocomplacencia con motivo del homenaje a Manolo Martínez en su 25 aniversario luctuoso, comparto con los lectores los puntos de vista de Guadalupe Loera Ruiz, una aficionada pensante egresada de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, empresaria en el ramo textil desde 1984, hija de Manuel Loera, novillero de Aguascalientes que actuó en cosos de España, Francia y Portugal a principios de los años 50 y, por si faltara, directora del concurrido portal Sólo para taurinos, en Facebook.

“Se recoge lo que se siembra −comienza Guadalupe− y durante años las empresas descuidaron algo tan elemental como sacar toreros atractivos y ponerlos a competir y se pusieron a importar diestros como base de nuestra fiesta. Ahora, después de Manolo Martínez México padeció otro mandón: Enrique Ponce, cuyo mangoneo y arbitrariedades perjudicaron mucho un desarrollo más sano de la fiesta y a no pocos toreros españoles, incluidos Joselito y José Tomás. Las empresas se equivocaron al suponer que con sus toreros amigos llenarían las plazas y lo que hicieron fue sacar al público, con la anuencia de los ganaderos que se prestaron a tan desafortunada jugada.

“Esta crisis es anterior a la pandemia y fue causada por encastes, por toreros aburridos y por un duopolio primero y un monopolio después, con criterios poco exigentes en materia taurina y financiera. Además, sigue sin haber voluntad de unirse para rencauzar la fiesta ni estímulo alguno a toreros regionales que interesen, así monten certámenes como el de México busca un torero, para en seguida excluirlos de los escasos carteles o incurrir en el añejo vicio de poner a los modestos con los modestos y a los dizque consagrados con sus iguales, si no es que hasta cobrarles por torear. El colmo es que el monopolio prohíbe videograbar y difundir en redes escenas de los escasos festejos que se anima a dar.

“En México la fiesta de los toros está enviciada y si en el corto plazo no se corta con esos vicios, lo saben de sobra Antonio Barrera, Mariano del Olmo y Mario Zulaica, no habrá reactivación de la fiesta que valga. Con un agravante más: hace décadas que la autoridad, tanto de Benito Juárez como de la Ciudad de México, ha sido omisa si no es que cómplice con la empresa en turno del coso de Insurgentes, pero si la autoridad insiste en deslindarse de la fiesta sin exigir la aplicación del reglamento taurino y retomar los exámenes post mortem al ganado lidiado, estará siendo corresponsable de su final, con mucha mayor responsabilidad que los mal informados antitaurinos y los ingenuos animalistas.

La de toros fue convertida en fiesta de toreros, y sólo de unos cuantos, a ciencia y paciencia de todos. Así que si de verdad quieren que la fiesta se reactive y recupere un interés que nunca debió perder, debe volver a las plazas, sin excusa alguna, el toro íntegro con edad y trapío, pues con el pretexto de la pandemia todos los toros salen despuntados, así como ampliar el abanico de toros y toreros. Con el cuento de la autorregulación mal entendida, de llevar a cabo acciones que perjudican lo que se pretende engrandecer, no es descabellado proponer que las autoridades se hagan cargo de las plazas, claro, poniendo al frente a profesionales, no a burócratas sin experiencia ni sensibilidad. Que todas las plazas de primera estén sujetas a la supervisión estricta de la autoridad competente, o que se retire la licencia de funcionamiento a aquella empresa que incumpla el reglamento y le falle a la afición, remata Guadalupe. (Continuará).