Opinión
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Ruta sonora

Charlie Watts: la espina dorsal de los Stones

T

odos piensan que Mick (Jagger) y yo somos Los Rolling Stones. Pero si Charlie (Watts) no hiciera lo que hace en la batería, aquello no sería cierto. ¡Es cuando caes en la cuenta de que Charlie ES los Stones!, afirmó en 1979 Keith Richards, coautor y guitarrista de una de las más grandes bandas del siglo XX, quizás una de las que mejor define el término rock and roll, cuyo integrante más fiel, quien después de los Glimmer Twins fue quien más compartió con ellos crédito creativo y escenarios desde que se unió a ellos en 1963, murió el pasado 24 de agosto a los 80 años de edad. Durante 58 años, fue el único músico aparte de ellos dos, que grabó en todos los discos y no faltó a ningún show. Mientras guitarristas segundos, bajistas y tecladistas iban y venían, Charlie Watts era, después del tempranamente fallecido Brian Jones (1969) el tercer Rolling Stone, no sólo en trayectoria sino en sonido: era el pulso, la espina dorsal, que forjó al lado de los mismos, el estilo que marcaría un hito único e irrepetible en la historia del género. Entre los tres tejieron desde un inicio, la filigrana que se volvería sello inmortal.

El más discreto, modesto y elegante de este combo británico, siempre estuvo más allá de las circunstancias. Nada le impresionaba; ni su propia ejecución, menos la de sus compañeros. Afamada es la anécdota en que tras una noche de juerga en la Playboy Mansion, Mick Jagger llamó de madrugada a Watts por teléfono a la habitación, para gritarle: ¡¿Dónde está mi baterista?! A los 20 minutos, Watts apareció bien ajuareado en el cuarto de Jagger para propinarle un golpe en la cara: “No vuelvas a llamarme ‘tu baterista’; ¡en todo caso tú eres mi jodido cantante!”

Y es que aunque le gustaba la parafernalia del rock (me fascinan el brillo y las luces, pero no por la adulación, sino sólo por estar ahí tocando), su amor estaba en el jazz, desde que a los 13 años quedó prendado de su primer gran ídolo, Chico Hamilton. En años recientes, escapaba cada que podía a pequeños clubes a tocar su género amado, donde prefería ver de cerca a músicos y público.

El glamur del rocanrol no significaba nada para él. Lo suyo era tocar e irse a su habitación. El rock es música de salón, no ha progresado musicalmente; la verdadera evolución es Miles Davis o John Coltrane tocando melodías, dijo a la revista Rolling Stone en 1978. También decía: “Cuando hablan de los años 60, no siento haber estado ahí; todo se supone debía ser ‘sexo, droga y rock & roll’, pero yo no tenía nada que ver con eso”. Y sí, tuvo una vida personal tranquila, casado con Shirley Shepherd desde 1964 hasta su muerte.

Profesionalmente, sus compañeros eran quienes tenían que estar recordando su grandeza. Richards (1981): Con los años, más me siento agradecido de tener a Charlie a nuestro lado. Es el tipo que no se la cree; no hay nada forzado en él, ni siquiera su modestia. No puede entender lo que la gente ve en su percusión. Y es que Watts era una roca, como dijo en su mensaje de condolencias, el ex Beatle Paul McCartney. Esto es, mantenía el ritmo de manera sólida, con un sonido vigoroso y metálico, que a decir también de Richards, le permitía volar en la guitarra. Ya fuera que los Stones tocaran rhythm and blues, sicodelia, reggae o disco, la firmeza de Watts era lo que mantenía arriba y bien amarrada, la energía de toda la banda. De hecho, sobre ello bromeó al anunciar que por salud no tocaría con los Stones en la siguiente gira: por primera vez estoy fuera de tiempo. Con él como basamento iniciaba la construcción de las piezas, en torno al cual se iban armando los demás sonidos. Ver en vivo a Watts, quien recibía las mayores ovaciones, era increíble: cómo con pocos aspavientos y elementos, erguido y despreocupado, como si no le costara nada, aporreaba el ritmo con tanta fuerza. Al respecto, el baterista Ringo Starr, también ex Beatle, recordó: Bromeábamos diciendo que él tocaba incluso menos que yo, en alusión a que ambos estilos eran famosos por su economía de recursos percusivos, en contraste, por ejemplo, con los extravagantes Keith Moon o John Bonham.

Pero la Parca no perdona ni a una Satánica Majestad. Aunque no quería retirarse (¿Retirarme? ¿Y qué voy a hacer? ¿Cortar el césped?) y pidió que no suspendiera por él la gira de otoño 2021 (fue intervenido y debía reposar; amén de que padeció cáncer de garganta en 2004, pero se recuperó), su tiempo llegó. Curiosamente, el 5 de agosto ya se había anunciado que no estaría en el tour No Filter (septiembre 26 a noviembre 2) y en su lugar estaría Steve Jordan. Pero aunque la cirugía fue exitosa (no dieron detalles), sorpresivamente se anunció su deceso el día que cumplía 40 años el Tattoo You, uno de sus momentos más altos. Difícil será llenar ese lugar irremplazable.

Y aunque es triste la partida de esta leyenda, es una alegría saber que tuvo una vida plena, tranquila, exitosa, dejando tras de sí decenas de obras y conciertos que han electrizado el alma de quienes lo hemos presenciado y lo seguiremos disfrutando, al menos en grabación. Descanse en paz, el gran Charlie Watts.

Twitter: patipenaloza