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Votar por la decencia, la vida y el planeta
¿C

ómo votar sensatamente? Votamos de acuerdo con nuestra visión del mundo, y ello depende de qué tanto vivimos anestesiados por la propaganda mercantil o política. La humanidad no aguanta más. El sistema o civilización industrial, tecnocrático, capitalista, patriarcal, ha llegado a su límite. Ya no puede ofrecer el bienestar que todos los seres humanos requieren, y que durante décadas prometieron bajo los términos de desarrollo, progreso o crecimiento. Por fortuna, un arsenal de conocimientos derivados de una ciencia crítica nos pone ante la verdad desnuda. Todas las batallas por la dignidad humana, la justicia social, la democracia verdadera, la naturaleza, el ambiente, y la vida humana y no humana, desembocan en una conclusión universal: que una minoría de minorías, representando menos de 1 por ciento de la humanidad, unas 300 corporaciones y bancos y un centenar de magnates, son los causantes de que la humanidad sufra la peor desigualdad social de toda su historia y la peor crisis ecológica de escala global (emergencia climática). Y son estas minorías las que imponen, cada día más a sangre y fuego, lo que se conoce como neoliberalismo. Es el interés de los mercaderes empoderados como nunca (el capital corporativo y megamonopólico) dominando a los gobiernos, explotando a las sociedades y depredando a la naturaleza.

Hoy iremos a votar tres años después de que 30 millones de mexicanos dijeron no al neoliberalismo. Hoy vivimos una realidad única en que un gobierno se atreve a cuestionar los poderes dominantes, no sólo del país, sino del mundo entero. Aunque la contienda deberá elegir miles de puestos, se trata de un referendo de escala nacional con consecuencias globales. Se trata en el fondo de que los ciudadanos ponderemos la labor de un gobierno progresista, antineoliberal (no anticapitalista), no exento de claroscuros y contradicciones, que se propuso transitar una ruta de honestidad, de apoyo a los pobres, de rescate del Estado y la nación, de regeneración social y ambiental, recuperando la memoria histórica e invocando los principales valores universales.

Como ha sucedido en el resto del mundo, toda acción, por pequeña que sea, que busque un cambio, se ve inmediatamente asediada por las fuerzas del sistema. El neoliberalismo cuenta con los gigantescos poderes corporativos que dominan prácticamente todas las esferas de la actividad humana; también dispone, porque controla, los principales medios de comunicación (prensa, radio y televisión), posee partidos políticos en su favor, y cuenta con una élite de intelectuales reaccionarios dedicados a justificar al sistema invocando cualquier pretexto. Todo esto lo hemos vivido en México. Enfrentamientos legales por acciones y reformas, rabiosas campañas de desprestigio, decenas de panfletos periodísticos, libelos de intelectuales, científicos y ambientalistas neoliberales, verdades a medias o falsas, amenazas de muerte y asesinatos de defensores de derechos humanos y de la naturaleza.

Ante esta situación, un ciudadano honesto debe acudir a las cifras, a los datos duros y comprobables para orientar su voto. Hoy está circulando en redes una lista de 236 avances y logros del gobierno de la 4T. Tome nota el lector de solamente éstos: incremento histórico del salario mínimo; moneda estable; no más deuda pública; fin del robo de combustibles; aumento al presupuesto de salud; defensa del maíz nativo; construcción histórica de caminos rurales; 350 mil créditos a pequeños comerciantes; impuestos obligatorios a las grandes empresas; mayor democracia sindical; apoyo económico a adultos mayores (8 millones), discapacitados y madres solteras; trabajo a 1.5 millones de jóvenes construyendo el futuro; etiquetado a los alimentos industriales; créditos a 963 mil empresas; apoyo directo a 2.8 millones de pequeños agricultores y ganaderos; apoyo a la vivienda popular (18 mil acciones); fondos directos a comités de padres y maestros de 51 mil escuelas primarias; programa de reforestación (Sembrando Vida) con 430 mil familias campesinas en un millón de hectáreas; 24 mil nuevas becas de posgrado (Conacyt); becas a estudiantes pobres y a 300 mil estudiantes de licenciatura; Internet para todos en un año; 140 nuevas universidades en regiones marginadas con 28 mil estudiantes becados y mil maestros; restructuración de 147 mil créditos (Infonavit); distribución gratuita (o casi) de un millón 540 mil libros (Fondo de Cultura Económica); no al fracking, los cultivos transgénicos y el glifosato; construcción final de 130 hospitales, y cárcel a los corruptos. De todo esto no hablan los neoliberales, ciegos igualmente a las tres décadas de saqueo, corrupción y rapiña. Hoy el voto decide si se abre a un posible retorno neoliberal o si se respalda a un gobierno que avanza lentamente en la titánica tarea de regresar a la decencia. La humanidad no aguanta más y los mexicanos tampoco. Usted decide.