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La visita
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a visita de Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, el próximo 8 de junio, marcará, sin duda, el inicio de una nueva etapa de la relación con nuestro país. Habituados a la estridencia de la política exterior que practicó la administración del presidente Trump, la visita de Harris ofrece una gran oportunidad de encauzar la relación diplomática con nuestro país, con formas y protocolos apegados a la diplomacia profesional, orientados a los resultados y no hacia los reflectores.

Esta visita sucederá sólo dos días después de la jornada electoral más grande en nuestro país, que se llevará a cabo el 6 junio, lo cual, indudablemente, le dará mayor atención a su cita y eventuales declaraciones. La agenda que abordará la vicepresidenta de Estados Unidos es amplia y ambiciosa, incluye temas como la migración, medio ambiente, así como diferentes asuntos relacionados con el contenido del T-MEC, particularmente en materia laboral, entre otros.

Dichos temas forman parte fundamental de la política de gobierno que estableció el presidente Biden, quien a diferencia de Trump, no busca victorias rápidas ni llamativas capitalizables en los medios, sino la consolidación de políticas de Estado de largo plazo.

Carismática y con capacidad de interlocución, Harris es la primera mujer vicepresidenta que arriba a nuestro país y que ha manifestado en sus reuniones anteriores con el gobierno mexicano que uno de los intereses principales de la administración Biden y el gobierno de Estados Unidos es brindar alivio inmediato a los países del Triángulo del Norte y abordar las causas fundamentales de la migración.

A nivel doméstico, el mes pasado el presidente Joe Biden, en un claro guiño al ala moderada del Partido Republicano, interpeló al Congreso de Estados Unidos a aprobar una reforma migratoria que resolvería la situación de 11 millones de inmigrantes y ayudaría a poner fin a la agotadora guerra migratoria sobre la inmigración.

Todo parece indicar que, en el gobierno de Estados Unidos, existe la voluntad para ofrecer soluciones al tema de migración, que potencialmente podrían cambiar para bien las vidas de millones de mexicanos y centroamericanos.

Sería ingenuo pensar que la discusión en materia migratoria se dará en el vacío, es obvio que estará estrechamente ligada a los otros temas de la agenda. Cabe recordar que, desde la crisis financiera de 2008, la clase media trabajadora se ha convertido en un factor político determinante en las elecciones estadunidenses.

Recuperación de la clase media estadunidense

El rechazo a la migración por cierta parte de la población, la recuperación de una agenda social encaminada a reducir la desigualdad, en particular en el Partido Demócrata, responden a la necesidad de recuperar una clase media que enfrenta los efectos de la pérdida de empleos en el sector manufacturero de Estados Unidos y que, con o sin razón, son esas capas de la sociedad las que rechazan con mayor vigor los acuerdos comerciales en especial con México.

De ahí que la relevancia en la renegociación del T-MEC y el énfasis en el cumplimiento del capítulo laboral que ha puesto la administración Biden respondan al mismo fenómeno. Harris pertenece a una generación de políticos, la cual entiende que reducir la desigualdad y recuperar a la clase media implica crear empleos y reposicionar la capacidad productiva e industrial de Estados Unidos, pero con un enfoque ambiental que potencie los derechos laborales y la integración económica de las minorías.

El objetivo de México como país es similar y, de hecho, la posición de cada país frente a este reto compartido se expresa en la agenda que se discutirá el próximo 8 de junio. México y Estados Unidos tienen el desafío de impulsar la inclusión económica de la población más vulnerable. México, sin embargo, tiene el reto adicional de permanecer competitivo frente a regiones como Asia e, incluso, frente a Centroamérica. La agenda en materia laboral, ambiental y energética deben de considerar esa asimetría, así como tomar en cuenta las diferencias entre ambos países, con el fin de integrarlas de manera que fortalezcan a América del Norte frente a otras regiones del mundo. De no ser así, estaremos, tal vez, ante la pérdida de la mayor oportunidad de desarrollo de Norteamérica.