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No sólo de pan...

De descolonizarse III

C

abe retomar este título en la semana histórica del movimiento descolonizador de la juventud y de patrióticos y auténticos cuadros de la izquierda chilenos.

La elección de los integrantes de la Convención Constituyente que redactará la nueva Carta Magna de su país, sin dejar hueco significativo para voces de antiguos regímenes, y la elección de gobernadores, alcaldes y concejales independientes o claramente afines a la izquierda comprometida, fue, se ha dicho incansablemente alrededor del mundo, el triunfo del antineoliberalismo. ¡Y esto gracias a una mayoría de personas jóvenes que no han conocido otra cosa en sus vidas!

Así y sin esperarlo verdaderamente, este gran resplandor austral que se expande sobre el Globo, nos da amaneceres esperanzadores a hombres y mujeres de buena voluntad, tendentes a la solidaridad con la vida humana y silvestre. Pero, ¿entonces la colonización mental no es irremisible? ¿No es fatídico haber nacido y crecido en época de la robotización humana, bajo los signos de $$$=éxito personal –el único posible y deseable? ¿O sea que nuestra juventud mexicana podría (aun estando tan cerca de Estados Unidos) descolonizarse y tener programa y proyecto, ser crítica y propositiva, aun sin haber sufrido las secuelas indecibles del pinochetismo? Yo sí lo creo.

Porque creo en nuestra labor de mayores arrepentidos para rellenar sus huecos (debido a la escolarización neoliberal que aceptamos se les diera) porque no hemos muerto todos quienes conocemos la historia: de la patria, continental y mundial, y del género humano, de su construcción, sus posibilidades y sus desviaciones hasta la aberración, por ello somos sus maestros obligados. Más aún si creemos que nuestra deuda es con la patria, porque el primer escalón de acceso es con la juventud y las generaciones que apenas nacen, esa población mayoritaria que abandonamos sin explicaciones en manos de los usurpadores de conciencias y le hicimos creer que el mejor de los mundos posibles es el que muestran los enseres de alta tecnología. Pero ahora, nuestra obligación es sacudirnos la comodidad alcanzada con la venta de nuestra fuerza de trabajo manual e intelectual para obtener la comodidad de no pensar ni comprometernos en la formación de los hijos.

Ahora o nunca es el momento de saldar esta deuda con las nuevas generaciones con el ejemplo de una lucha abierta y el compromiso político. No importan nuestros años y achaques, sólo las convicciones y la militancia, el pensamiento racional y equilibrado, que movilizan más que la rabia. Además, ésta se la dejamos a ellos, quienes tienen mucho porqué sentirla, mientras nosotros debemos poner las palabras que ellos aún desconocen (o su uso) para combatir y ganar en las luchas por el bien de todos, aun a costa del descontento de algunos. Pues la descolonización III elimina las imágenes de la supuesta felicidad individual y ésta se convierte en un estado colectivo alcanzado y ganado por todos. Dicho de otro modo, y para que se nos entienda, insistimos en que nadie es feliz si no lo somos todos, y el campo mexicano no lo será mientras siga colonizado. Pero lo será, y nosotros con los campesinos, cuando éstos, los productores, retomen la dirección y el control de sus antiguos saberes, cuando demuestren la productividad incomparable de la práctica de los policultivos mesoamericanos de sus antepasados, que se identifiquen con una capa social privilegiada porque abastece de vida al resto de la población y porque tienen conciencia de constituir una reserva social revolucionaria.