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A puertas cerradas

E

n enero de 2015 la coalición de partidos Syriza, integrada por una mayoría de izquierda radical, llega al poder en Grecia con el propósito de revertir las políticas de austeridad y privatizaciones implantadas por los gobiernos anteriores. De inmediato, el Parlamento Europeo reacciona virulentamente, exigiendo el pago de una deuda exorbitante a los bancos extranjeros que, a partir de créditos y rescates, eternizaron la sujeción de la economía nacional a los intereses de países europeos más poderosos. La disyuntiva ofrecida al nuevo gobierno fue drástica: cumplir las obligaciones contraídas con la banca europea y el FMI, recortando el monto de pensiones y favoreciendo la privatización o la venta de bienes públicos o salir definitivamente de la moneda euro. En términos de un Vito Corleone, se trataba de una oferta que no era posible rechazar.

Los dos grandes protagonistas políticos de las arduas e infructuosas negociaciones subsiguientes fueron Alexis Tsipras (Alexandros Bourdoumis), el primer ministro griego, y Yanis Varoufakis (Christo Loulis), su polémico ministro de finanzas. A puertas cerradas ( Adults in the Room, 2019), del veterano Costa-Gavras (Estado de sitio, 1972; El capital, 2012), es el retrato de estos dos personajes y la crónica aleccionadora de sus vanos esfuerzos por revertir la intransigencia política de una burocracia parlamentaria europea empeñada en doblegar la voluntad del nuevo gobierno de izquierda. Este recuento de sucesos políticos, entre farragosos y apasionantes, se basa en el libro Adults in the Room: My Battle with Europe’s Deep Establishment, el cual refiere la manera en que el ahora ex ministro vivió de cerca esas duras confrontaciones políticas en aquel ámbito comunitario que Varoufakis calificó de reino de la hipocresía.

A puertas cerradas semeja un reverso narrativo de Combate al final de la noche (2016), formidable documental de cinco horas del quebequense Sylvain L’Espérance, presentado ya en México, en el cual el pueblo griego de la crisis es el protagonista. En la cinta de Costa-Gavras la aparición de ese pueblo es episódica, pues como el título lo indica, la trama se concentra en el espacio claustrofóbico de las instancias del poder político, un lugar donde la pasión y la intolerancia cancelan todo signo de madurez convirtiendo a los actores en adolescentes prolongados. Hace falta un adulto en este recinto, señala resignada Christine Lagarde, directora del FMI y única mujer en las discusiones. El parlamento europeo quiso poner orden en la comunidad infligiendo un duro escarmiento a un país disidente y con ello prevenir el posible contagio a las naciones meridionales llamadas PIGS (Portugal, Italia, Grecia, España). Desde Z (1969), su filme sobre el golpe de los coroneles, Costa-Gavras no había abordado la realidad social de su país. Su regreso ahora, a los 88 años, da constancia de su buena salud artística y, sobre todo, de la inquebrantable solidez de sus convicciones políticas. Algo raro en estos días. Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional a las 14:30 y 19:30 horas.

Twitter: @CarlosBonfil1