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Ideologías tóxicas
Q

uitando si son de izquierda o derecha, las gentes de razón manifiestan cierta dificultad para explicarse la ideología de Donald Trump, Jair Bolsonaro, Benjamin Netanyahu y otros líderes de temperamento similar que tratan de emularlos.

Recurro al tan resbaladizo vocablo temperamento porque siento que indagar en la ideología de los tres personajes, conduce a un callejón sin salida. ¿Cuál ideología tenían antes de llegar al poder? Trump se formó junto con la mafia neoyorquina del negocio inmobiliario; Bolsonaro en la mentalidad esclavista que aún impera en buena parte de Brasil, y Netanyahu nunca dejó de sentirse un cruzado talmúdico de la tierra prometida.

Entonces, de ser correcto aquello de que el poder establece las claves de la ideología (y no al revés), la de Trump, Bolsonaro, y Netanyahu revelarían la sintomatología típicamente temperamental del líder sicótico: temerario, duro y despreciativo de la política y sus normas.

En 2016, parecía que Hillary Clinton se comía vivo a Trump. De hecho, los votos para la señora superaron a los del magnate (66 vs 63 millones). Pero un sistema electoral anclado en el siglo XIX dictaminó lo contrario. No obstante, Trump perdió frente a Biden con nada menos que 74 millones de votos.

Asimismo, Bolsonaro fue elegido en 2018 con 58 millones de votos, y hoy su gobierno se ha convertido en una amenaza ambiental y sanitaria global. Y Netanyahu acaba de ganar su enésima relección, mientras el mundo civilizado se alza de hombros frente al genocidio en cámara lenta de los habitantes de la franja de Gaza, el campo de concentración a cielo abierto más grande del mundo.

Lejos de insinuar que tales personajes están locos, importa detenerse en su innegable influencia en millones de personas. No sabría cómo tratar esto y me remito a los versos finales de Qué será, qué será, la emblemática canción del Chico Buarque, cuando habla del mismo padre eterno que nunca fue allá / al ver aquel infierno lo bendecirá / pues no tiene gobierno ni nunca tendrá / no tiene vergüenza ni nunca tendrá / lo que no tiene juicio.

Reitero: ¿cuál es la ideología de los líderes sicóticos? ¿Alcanza con ubicarlos en la extrema derecha? ¿Alcanza que ciertas derechas incestuosas subestimen sus delirios, o que ciertas izquierdas endogámicas los califiquen de neonazis y neofascistas?

En Perú, ninguno de los 18 candidatos que participarán en los comicios presidenciales del domingo entrante, supera 14 por ciento de la intención de voto. Pero hay uno al que le dicen Porky (alias de Rafael López Aliaga, con 8 por ciento), que confesó ser fan de Bolsonaro y estar enamorado de la Virgen María (sic). Y el neoliberal de 79 años, Hernando de Soto (ex asesor de Vargas Llosa y Fujimori) es el favorito entre los jóvenes.

Fan de Bolsonaro, la argentina Patricia Bullrich (lideresa de oposición y ex ministra de Seguridad de Macri), respondió a los medios: ¿Qué importa lo que digan los especialistas?, cuando le sugirieron cumplir con el protocolo anti-Covid. Y a saber el balotaje en Ecuador (que también tendrá lugar el domingo), luego de que un sector de los indígenas y de las izquierdas decidieron votar en blanco, ya que daría igual hacerlo por el joven correísta Andrés Arauz, o el banquero Guillermo Lasso.

Parecería que las ideologías y la política de América Latina empiezan a ser chupadas por un gigantesco maelstrom, en el que se puede atisbar, por izquierda y derecha, tentativamente, a líderes cautivos de su temperamento (colérico, sanguíneo, flemático y melancólico). Veamos:

1) Reaccionarios. Matriz ideológica: conservadora/liberal activa. Son coléricos. Callan el atropello a los débiles y justifican la tortura y el genocidio. La democracia les interesa cuando favorece sus intereses y creen que el fin justifica los medios.

2) Retrógrados. Matriz ideológica: conservadora/liberal pasiva. Son sanguíneos. Adhieren el centrismo, defienden el statu quo y detestan tomar partido o asumir compromisos sociales. Y aseguran rechazar el autoritarismo y la violencia venga de donde venga. Pero si es en su favor, mejor.

3) Antiprogresistas. Matriz ideológica: plebeyismo virginal. Son flemáticos. Reacios a la política y las elecciones, creen que vivir por debajo de la ética y moral del Che es un error. Dicen no tener tarjeta de crédito, ni cuenta corriente. Rechazan al Estado, pero exigen que funcionen la electricidad, el abastecimiento de gas, el wi-fi, la recolección de basura, los hospitales, escuelas y el transporte público.

4) Realistas. Matriz ideológica: pragmatismo. Son melancólicos. Propensos al diálogo, interpretan la realidad por sus resultados diciendo: es lo que hay. O bien, las cosas como son (aunque sean distintas de como son). Si con hábil verbosidad, persuasión y sonrisas llegan al poder, hay que mantener sana distancia. A veces, andan de buen humor.

Resta comentar algo sobre libertarios y conspiranoicos. Para la próxima.