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Transición energética integral: la novena
E

stimados lectores insisten en la necesidad de explicitar el carácter no limpio de las energías limpias y apremian no llamarlas limpias. Sólo lo son –eventualmente– en una de las fases de la cadena de valor y para los casos de solar, geotérmica, biocombustibles, eólica, hidráulica y nuclear, exigen acotar su limpieza. A la generación de electricidad y a la producción de energía final útil.

Sí, hay controversia y a veces demagogia. Animan a seguir cuidadosamente la huella de la afectación integral no sólo de áreas naturales en que se instalan hidroeléctricas, fotovoltaicas, solares, térmicas, aerogeneradores, geotérmicas y desarrollos de biocombustibles, pues dejan de recibir cuotas de irradiación solar, se interrumpen y afectan sus vientos, flora y fauna. Y además, afirman, se dañan comunidades, ejidos, tierras comunales y pequeñas propiedades.

Hay abundantes testimonios de amplias y continuadas protestas sociales, están en el corazón del debate sobre las energías limpias, también lo que acontece antes y después de esos procesos de generación de electricidad y de algunas formas de energía final útil.

Es necesario estudiar con cuidado los daños a los recursos naturales y al ambiente antes y después de la generación de electricidad o de ciertas formas de energía útil. Solicitan ver integralmente beneficios y daños de antes y de después en la minería asociada al desarrollo de materiales para nuevas tecnologías, es el caso del litio, por ejemplo, para las nuevas baterías, también el de la basura que dejará el uso de esas nuevas tecnologías” y añaden: no vayamos a dejar a las futuras generaciones daños equivalentes a los que hoy nos dejan los hidrocarburos y el carbón.

Exigen un debate integral e incluyen la necesidad de información de los ámbitos petrolero y eléctrico sobre los daños patrimoniales derivados de la reforma energética, los negocios turbios realizados y los apoyos oscuros.

Finalmente, para el caso eléctrico, sugieren reiterar que la nueva legislación y la nueva regulación que se desprendan de este nuevo gobierno resuelva los tres grandes retos de la electrificación: 1) segura, confiable y de calidad; 2) sostenible y limpia integralmente; 3) asequible –en cuanto a disponibilidad y costo– a toda la población. Retos para cumplir los objetivos incuestionables de descarbonización y renovabilidad, por no mencionar –de nuevo lo acotan– las afectaciones a las comunidades ejidales, comunales y de pequeña propiedad, donde se instalan y construyen centrales limpias, muchas de ellas involucradas en procesos de corrupción y afectación grave a los pobladores. Es el caso, citan, de comunidades del Istmo de Tehuantepec, de ciertas zonas de Tamaulipas y de regiones amplias de Aguascalientes, Coahuila, Chihuahua, Sonora, Baja California Sur y Jalisco, entre otras.

En muchas de ellas –por no decir todas– se transita ya de la protesta a la propuesta, comentan investigadores profundamente comprometidos desde hace muchos años con las comunidades, con los pobladores. Aseguran estar de acuerdo en fortalecer una amplia visión de futuro y en ella impulsar nuevas tecnologías, nuevas políticas públicas y nuevos hábitos sociales, pero con la garantía de una visión integral y de un respeto máximo a la población. Sugieren, entonces, no sólo una transición energética, sino una transición energética integral y justa.

De veras.

N.B. ¡Con tristeza por la ausencia de nuestro compañero Pablo Mulás del Pozo! ¡Con gozo por haber disfrutado de su gran calidad de investigador y su persona de enorme valía! Abrazo a su familia. ¡Mucha falta nos hará!