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Ver día anteriorDomingo 28 de marzo de 2021Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Crisis migratoria
L

a crisis migratoria vuelve al primer plano nacional e internacional y todos los sectores involucrados, menos uno, han salido perjudicados.

Lo que desató las alarmas es el nivel de aprehensiones que reporta cada mes la patrulla fronteriza. En mayo pasado fueron retenidos cerca de 100 mil migrantes, una cifra muy elevada y fuera de lo normal, y se estima que a fines de marzo podría llegar a 170 mil.

Un poco más de la mitad son personas mayores de edad y en este grupo se incluye a un buen grupo de migrantes mexicanos, pero también hay familias y menores no acompañados de origen centroamericano. Estos últimos se han ido incrementando en los meses recientes, fueron detenidos 5 mil 500 en enero, 9 mil 300 en febrero y en lo primeros 20 días de marzo ya se habían contabilizado a 11 mil. Por su parte, en cuanto a los grupos familiares, fueron detenidas 32 mil personas, aunque propiamente no son capturadas, sino simplemente se entregan a la patrulla fronteriza y solicitan refugio, al igual que los menores no acompañados

Varias razones explican este incremento. La política migratoria de Trump, brutalmente represiva, ciertamente operó como un factor disuasivo. A esto hay que añadir el cierre de fronteras por la pandemia, que dificultó el tránsito de los migrantes. Estos dos elementos, que operaron como factores disuasivos, se liberaron a comienzos de año, con la llegada de las vacunas y el cambio de gobierno en Estados Unidos.

Al mismo tiempo, el mensaje de Joe Biden de una reforma migratoria y un cambio radical en la política de refugio fue interpretado como un signo de apertura, que fue aprovechado por las mafias que trafican personas migrantes para inducir su salida.

El principal perjudicado por al crisis migratoria puede ser el gobierno de Joe Biden, lo que había ganado con el manejo de la pandemia puede perderlo con un mal manejo de la crisis migratoria. No es fácil, pero resulta alentador que quieran ir a la raíz del problema. Y no poner un parche más, como se hizo en 2014 con Obama y en 2019 con Trump.

En segundo lugar, México también se vio afectado por la crisis migratoria. La pandemia era una excusa perfecta para contener el flujo migratorio, pero ciertamente relajaron los controles y provocaron un incremento notable de migrantes en tránsito que se dirigen a Estados Unidos. La reacción de la Casa Blanca ha sido clara, al enviar una delegación de alto nivel, con Roberta Jacobson a la cabeza. Pero en el futuro la relación con la nueva administración demócrata depende del manejo que tenga México con respecto al tema migratorio. En tres meses pasaron por el territorio mexicano 25 mil menores de edad no acompañados y nadie se dio cuenta.

La relación con la administración Biden dependería de cómo México coopere para paliar la crisis migratoria. De hecho, antes de que llegara la delegación, ya se habían puesto las pilas en el Instituto Nacional de Migración. Pero la apuesta del presidente estadunidense es ahora mucho mayor, al encargar a Kamala Harris el asunto migratorio.

En tercer lugar, también se verán afectados los migrantes mismos. No es un momento adecuado para emigrar. Todavía no se ha puesto en marcha, al cien por ciento, la economía estadunidense, existe mucho desempleo entre la población migrante radicada en Estados Unidos y la llegada de parientes podría complicar su situación.

Tampoco es seguro que los recién llegados puedan encontrar trabajo, el sistema de refugio en Estados Unidos, a diferencia de otros, no otorga beneficios y ayudas, simplemente se recarga en los familiares o contactos que los migrantes tienen en ese país.

Para los migrantes no acompañados, que no tengan parientes, el panorama también es incierto y nada promisorio. Tendrán que quedarse en centros de confinamiento o en familias sustitutas que reciben dinero por acoger a personas sin hogar. Un panorama muy poco halagador. Más allá del shock que significa para un joven abandonar su escuela, el barrio, la familia, los amigos, deben enfrentarse a otra cultura, otro idioma, otras reglas del juego.

Pero quizá el saldo negativo más importante sea el peligro que ronda en torno de la reforma migratoria. Once millones de migrantes han esperado más de 20 años por una reforma integral y compasiva, como la que propone Biden. La crisis abona a polarizar las posiciones y dificultar las negociaciones en el Congreso y el Senado. La mayoría precaria de los demócratas no es suficiente para lograr un avance en ese sentido.

En realidad, los únicos beneficiarios de la crisis migratoria son las mafias de traficantes de personas. El tráfico de drogas, de armas y de personas es de los negocios más redituables que existen en el mundo. Pero sólo se combate el tráfico de drogas, el de armas nunca le ha preocupado a Estados Unidos y tampoco el de personas.

Si se quiere hacer algo para superar la crisis, se debe empezar por combatir a los traficantes, desmantelar sus redes, sus casas de seguridad, sus vínculos con las policías, aplicar la extinción de dominio a unidades de transporte, hoteles y casas donde los esconden, combatir la extorsión que se hace a través de los sistemas de transferencia y procesar a los traficantes.

Hay que criminalizar a los criminales, no a los migrantes.