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Educación: entre el desamparo y la esperanza
A

pesar de los enormes esfuerzos que realiza el magisterio nacional por mantener los procesos educativos vivos y de velar por el correcto ejercicio del derecho a la educación de millones de estudiantes, se les ha abandonado, desprotegido e ignorado por las autoridades educativas y sindicales.

Por un lado, tenemos una franca ausencia de liderazgo en la Secretaría de Educación Pública. La titular, Delfina Gómez Álvarez, no tiene una presencia constante ni un acercamiento verdadero con la comunidad educativa ni con la sociedad en general. Su comunicación se limita a la publicación de boletines y de información sin relevancia en las redes sociales de la dependencia.

Tampoco existe relación dinámica y viva con los medios de comunicación. Desde hace tiempo no hay conferencias de prensa, entrevistas o discursos que puedan dar a los periodistas mayores elementos que promuevan el intercambio de ideas, cuestionamientos o un diálogo fluido. El hermetismo llegó junto con la nueva secretaria. Incluso, sus cuentas de redes sociales no se usan de manera constante. Su cuenta de Facebook tiene limitada actividad y la de Twitter no se usa desde 2019. En esta última, aún se reconoce como delegada del gobierno federal en el Estado de México y no como titular de la SEP.

Tampoco han dado la cara para enfrentar los diversos problemas que enfrentan los maestros. Un ejemplo claro son todas las irregularidades y complicaciones que han pasado aquellos profesores que intentan acceder a los beneficios de la promoción horizontal, donde la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, no ha podido operar este programa y tampoco han atendido los problemas técnicos y de operatividad.

Esta situación ha generado gran malestar, estrés y frustración entre los docentes, por lo que han exigido la renuncia del titular de esa unidad, Francisco Cartas y la intervención inmediata de la secretaria Gómez.

Sin embargo, por más que toquen a la puerta de la SEP, parece que nadie escucha el llamado.

Por otro lado, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación prefiere quedarse al margen del conflicto en una actitud casi cobarde y servil al gobierno. No mete las manos por nadie.

Las diversas ofensas, menosprecio y engaños del gobierno federal al magisterio entran de frente y con certeros daños, sin tener un organismo digno y fuerte que pueda detenerlas. No hay una verdadera defensa de los trabajadores de la enseñanza.

Sin embargo, la dignidad, rabia y la resistencia van por cuenta de los maestros, los de a pie, esos que se encuentran en la primera línea del campo de batalla educativo.

Desde los trabajadores de limpieza que arriesgan su salud al presentarse en los planteles abandonados a darles mantenimiento, personal administrativo que enfrenta engorrosos trámites, profesores que hacen hasta lo imposible por no perder a sus alumnos y evitar al máximo la deserción escolar, asesores técnico pedagógicos que apoyan las tareas del magisterio e impulsan nuevas estrategias educativas, directivos y supervisores que dan forma a las estrategias planteadas y, por supuesto, padres de familia y los mismos alumnos que, pese a la crisis, no pierden la esperanza ni el entusiasmo por continuar sus estudios.

Los retos educativos son enormes. Ojalá cada uno, desde su trinchera y por el bien de todos, defienda y haga lo que les corresponde.

* Director editorial de Educación Futura.

Twitter: @elErickJuarez