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Dan a conocer el catálogo de la exposición El París de Modigliani y sus contemporáneos

La muestra aún se aloja en el Museo del Palacio de Bellas Artes en espera de que el semáforo epidemiológico permita la reapertura del recinto

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▲ La presentación de la publicación estuvo a cargo de Germaine Gómez Haro, directora de Casa Lamm.Foto cortesía del Museo del Palacio de Bellas Artes
 
Periódico La Jornada
Viernes 29 de enero de 2021, p. 3

En el barrio parisino de Montparnasse se bebe y se baila, se fuma y se hace el amor, se escribe y se pinta. Así, Germaine Gómez Haro evocó los años locos que se respiraban en el París que vivió el pintor Amedeo Modigliani en la segunda década del siglo pasado, donde se reinventó el amor, igual que las doctrinas estéticas y los modos de pintar, con el mismo deseo de mudar de piel.

Sólo aquí se vive de verdad, citó la directora de Casa Lamm al presentar el catálogo de la exposición El París de Modigliani y sus contemporáneos, que permanece en el Museo del Palacio de Bellas Artes.

Todo aspirante a artista soñaba con viajar a la capital de Francia. Así llegaron numerosos artistas, entre ellos los mexicanos Diego Rivera, Ángel Zárraga, Carlos Mérida y Benjamín Coria.

Más que un catálogo, permite profundizar en la muestra, la cual consideró el acto más esperado de 2020 en México, que recordaba al pintor de origen italiano en el centenario de su muerte, en 1920. Sin embargo, se tuvo que retrasar la inauguración a causa de la pandemia de Covid-19, y finalmente abrió en septiembre, aunque ahora está cerrada nuevamente a la espera de la luz verde del semáforo epidemiológico que permita visitas.

Como parte de la Noche de los Museos, a través de las redes sociales se reunieron en la presentación de la publicación Gómez Haro, el escritor Alberto Ruy Sánchez y Jaime Moreno, asesor curatorial de la exhibición que presentó por primera vez en México una selección de obra pictórica de Modigliani, en la que abundan figuras femeninas alargadas y mirada vacía. Con Amedeo, se exponen piezas de colegas de la llamada Escuela de París, como Chaim Soutine, Moise Kisling y Suzanne Valadon.

Moreno Villarreal explicó que la memoria impresa sobre la exhibición puede interesar a quienes la visitaron y a quienes no la han visto. En el recinto ubicado en el Centro Histórico se reunieron 146 cuadros, 11 dibujos y libros, así como fragmentos fílmicos que permiten conocer el ambiente de la llamada Ciudad Luz entre 1910 a 1920.

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▲ Fragmento de La Jeune Cuisinière (La joven cocinera), 1910, de Moise Kisling. Óleo sobre tela 130 x 89 cm, colección privada.Foto ©️ Moise Kisling/SOMAAP/México/2020
©️ Photo: Pinacothèque de Paris/Fabrice Gousset

El catálogo permite tener un acercamiento a las obras gracias a siete ensayos realizados por especialistas, entre ellos el curador francés Marc Restellini, destacado especialista. También hay textos del francés Serge Fauchereau, así como de los mexicanos Sylvia Navarrete, Sandra Zetina, el propio Jaime Moreno y Luis Rius Caso, quien rescata del olvido a Benjamín Coria, al parecer amigo muy cercano de su colega italiano.

Una herramienta para profundizar en lo que fue uno de los capítulos más relevantes de la historia del arte del siglo XX: el origen y desarrollo del arte moderno en París, señaló Gómez Haro, quien relató parte de la historia de los artistas mexicanos en la urbe del Louvre, donde Modigliani realizó unos 20 dibujos con la exuberante fisonomía de Diego Rivera, mientras discutían acaloradamente y Picasso los observaba divertido.

También de cómo Carlos Mérida transmitió los cuellos bellamente estilizados a los rostros indígenas de sus cuadros o la leyenda de que Ángel Zárraga utilizó en su pintura del Exvoto a su amigo Amedeo para pintar al mártir San Sebastián, de romántica y licenciosa belleza.

El escritor Alberto Ruy Sánchez, por su parte, habló del culto al cuerpo desnudo como paisaje, esa visualidad orográfica que hizo el pintor, prolífico de desnudos recostados, entre ellos algunos con el perfil de la poeta rusa Anna Ajmátova, con quien mantuvo una relación amorosa y le mostró el París más sombrío, en contraste con el de la ostentación, de los bulevares, la ópera y la etiqueta.