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El legado de Joker
E

n sus últimas horas en la Casa Blanca, Donald Trump publicó los logros de su administración, una lista jactanciosa de supuestos éxitos políticos, económicos y diplomáticos, que escandaliza tanto por lo que dice como por lo que omite.

Olvida mencionar, por ejemplo, los 400 mil muertos por coronavirus en Estados Unidos, los dos históricos procesos de destitución y el plan de autogolpe del 6 de enero, cuando sus partidarios intentaron tomar la sede del Congreso en Washington. Quien lee hasta el final tiene la sensación de que la lista ha sido redactada con la impunidad tragicómica de Joker, porque al igual que el villano del cómic, antes de desaparecer de Ciudad Gótica en helicóptero se esfuerza en regalar una última payasada siniestra.

Por cierto, el Joker que me recuerda Trump no es el que encarna el actor Joaquin Phoenix, sino el de la película El caballero oscuro (2008) que le dice a Batman: Tú creías que podíamos ser decentes en tiempos indecentes. En esta obra radicalmente alejada de las películas de superhéroes al uso, hay una fina línea que separa al héroe del antihéroe y a éste del villano que siempre está al acecho: “Es el héroe que Ciudad Gótica se merece, pero no el que necesita ahora […]. No es un héroe, sino un guardián silencioso, un protector vigilante, un caballero oscuro”.

Joker Trump admite, al mejor estilo macartista, que su administración se levantó contra el comunismo y el socialismo en el hemisferio occidental. A partir de este subtítulo, la lista de sus logros se enfoca en Cuba: revirtió la política de la administración de Barack Obama, se comprometió a mantener intacto el bloqueo, promulgó nuevas políticas para perseguir las finanzas, cortó las remesas, impidió los viajes, permitió demandas en tribunales estadunidenses contra empresas extranjeras que supuestamente trafican con bienes expropiados en la isla después de 1959...

Josefina Vidal, quien fue la principal negociadora con el gobierno de Barack Obama en el proceso de restablecimiento de las relaciones entre los dos países, reaccionó a estos logros de la administración Trump: Legado nefasto y vergonzoso de crueldad gratuita contra todo un pueblo, a cambio del apoyo político de una minoría enferma de venganza, fracasada y mil veces derrotada.

La embajadora se refiere a los políticos de Florida que pactaron con Trump para arrasar con Cuba y, de paso, nos recuerda que la actitud del Joker de la Casa Blanca es la del individuo indecente como metonimia de la indecencia social que lo llevó a la presidencia. Nadie es tan desagradable, cruel, perturbador y siniestro sin un coro de adulones y una circunstancia que lo propicien.

El acápite de la lista de logros que dedica a Cuba es la prueba de que el último propósito identificable de Trump era dejar un sembrado de minas en los jardines de la Casa Blanca para recibir a Joseph Biden. La cadena de sanciones contra la isla –las últimas emitidas ya con un pie en el estribo–, intenta abortar la intención del nuevo presidente de retomar la peculiar política de distensión que inició en 2014 el gobierno de Barack Obama con La Habana. Un editorial de The New York Times, firmado por la junta directiva del rotativo, asegura que la administración Trump no deja puentes sin quemar y lanza un bocado a los exiliados cubanos que arroparán a Joker y a sus hijos naturales o putativos con intenciones presidenciables.

La podredumbre moral que lleva a Joker a ser visto como un héroe por millones de ciudadanos en EU habita en esa masa embriagada de furia que intentó tomar el Capitolio, y que sigue adorando a Trump, como vimos ayer durante el espectáculo final con el que se despidió de su presidencia. La conjura de la ira que conocemos muy bien los cubanos, desemboca siempre en la irracionalidad. Es la complicación moral de esta película retorcida que hemos visto, una y otra vez, en los últimos cuatro años. Esperemos que Biden la corrija y que, aun en tiempos indecentes con el trumpismo vivo y coleando en Estados Unidos, él pueda ser el presidente decente que le ha prometido a su país y al mundo.