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Pandemia: la cumbre del G-20
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a reunión anual de los líderes del G-20, uno de los hitos rituales de la agenda política multilateral, se celebró a distancia el 21 y 22 de noviembre. Fue la segunda vez que los 20, forzados por la pandemia, optaron por este formato. En la declaración final subrayan que controlar la dispersión del virus es la clave para conseguir la recuperación económica global. Advirtieron también que la crisis del nuevo coronavirus sólo podrá resolverse cuando el virus sea derrotado en todo el mundo. Indican, de este modo, que combatir con efectividad la pandemia a escala global es condición sine qua non para plantearse cualquier otro objetivo. Aunque en diversas ocasiones los 20 habían intentado sin particular éxito centrar el debate de sus cumbres en un gran tema prioritario, en esta ocasión la realidad lo impuso sin ambages. La reunión virtual del G-20 en Riad fue, sin duda, la cumbre de la pandemia.

Las intervenciones del Presidente de México en las sesiones plenarias de sábado y domingo se concentraron en el asunto prioritario. En la primera, subrayó que “[l]a sa-lud es un derecho humano fundamental que el Estado tiene que garantizar, haciendo a un lado el afán de lucro. La atención médica, las vacunas y los medicamentos deben ser gratuitos y de aplicación universal…” En la segunda dio cuenta breve de las acciones de México para combatir la pandemia y paliar sus efectos sobre la actividad económica. Destacó que para este último objetivo resultarían importantes la reducción de la deuda de las naciones pobres y la disponibilidad de recursos financieros para los países de ingreso medio a costos equivalentes a los que ahora prevalecen en los mercados de las naciones desarrolladas.

De entrada, al mirar al futuro, el comunicado de los 20 se refiere a los temas de salud. Se trata, en primer término, de superar las vulnerabilidades que han hecho tan difícil, dolorosa y costosa la actual experiencia. Debe tenerse plena conciencia de las insuficiencias en materia de preparativos, prevención, detección y capacidad de respuesta oportuna. “Reafirmamos –declaran los líderes– nuestro compromiso con el cumplimiento de las regulaciones internacionales de salud y con el mejoramiento de su puesta en práctica, incluyendo el apoyo a aquellos países que lo requieran… Los sistemas [nacionales] de salud funcionales, incluyentes y resilientes son esenciales para alcanzar la cobertura universal de salud”.

En cuestiones más específicas, se alude a las enormes exigencias financieras y a los no menores desafíos logísticos que plantean las actividades de investigación, desarrollo, manufactura y distribución de materiales de dignóstico, tratamiento y vacunación seguros y efectivos. Se reitera la intención política de asegurar un acceso equitativo y asequible para todos y se proclama que la inmunización generalizada constituye un bien público global.

Diversos comentaristas subrayaron la divergencia entre esta intención, ya expresada en la cumbre de marzo, y la forma en que se ha desenvuelto la elaboración de vacunas y los riesgos de grandes disparidades en su distribución. Véase, por ejemplo, esta información: “la distribución de vacunas en 2021 será un indicador clave de la efectividad de los esfuerzos de cooperación intergubernamental para conseguir que quienes más la necesitan reciban una inmunización temprana o de si el factor decisivo en la distribución continuará siendo la capacidad financiera de las naciones ricas… hasta el momento, las economías más poderosas han adquirido casi todas las dosis disponibles de las dos vacunas más promisorias: la de Moderna y la de Pfizer-BioNTech… [Entrambos,] disponen de capacidad para producir mil 350 millones de dosis de sus vacunas para finales de 2021, comenzando con 50 millones antes del fin del presente año. La mayoría de estas dosis han sido reservadas por Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido y Japón. Los líderes del G-20 eludieron la cuestión del número de dosis que se destinaría a sus propias poblaciones y cuántas se pondrían a disposición del esquema Covax, que ha anunciado la intención de distribuir [con criterios no comerciales] 2 mil millones de dosis en el mundo para finales de 2021.” (Chris Gilles, G20 leaders pledge to ensure global access to Covid vaccines, Financial Times, 22/11/20).

Parece ya inevitable una distribución regida por criterios comerciales de las vacunas que obtengan la aprobación de las distintas autoridades nacionales de salud, lo que las concentrará en los países arriba mencionados y algunos más. Queda la expectativa, para la segunda parte de 2021 o más adelante, qué aumentos sustanciales en la variedad de vacunas efectivas y seguras y en la disponibilidad de dosis permitirá atender más ampliamente la demanda mundial.