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Ver día anteriorMartes 17 de noviembre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Negocios y empresas

Interjet

E

l futuro de Interjet está en manos de la Secretaría de Hacienda y, en especial, de Raquel Buenrostro, jefa del SAT, con quien se negocia el pago de impuestos atrasados. En caso de que no se logre la restructura de este adeudo la aerolínea no sobrevivirá, ya que los 150 millones de dólares ofrecidos para la capitalización no alcanzarían siquiera para pagarle al gobierno lo que se le debe.

Si se presenta la quiebra todos perderán, con excepción de la competencia y, en particular, de Aeroméxico, firma en la que Andrés Conesa ha realizado un buen trabajo en esta profunda crisis. Perderá el gobierno porque no recuperará peso alguno en impuestos, perderá Aeropuertos y Servicios Auxiliares, debido a que no le pagarán la turbosina, perderán 5 mil trabajadores calificados que se quedarán sin empleo y perderán los accionistas bajo el liderazgo de Miguel Alemán.

Además, los acreedores privados de esta aerolínea, entre los que se encuentran los arrendadores de aviones, los grupos aeroportuarios, los bancos nacionales e internacionales que le otorgaron créditos, los arrendadores de sus oficinas, los centros de contacto en donde se comercializan los boletos y las agencias de viajes con las que tiene una relación comercial también perderán mucho dinero y despedirán a cientos de trabajadores.

La decisión para el gobierno no es fácil, ya que si otorga un trato preferencial a Interjet, tendría que dar un apoyo equivalente al resto de las aerolíneas; aunque hay que señalar que Aeroméxico ya logró un buen acuerdo en materia fiscal y las otras aerolíneas también avanzan en sus negociaciones con el gobierno gracias a que cuentan con mejores garantías de pago.

Otra posibilidad es que las autoridades acepten cobrarse en especie, contra propiedades de Interjet o de sus accionistas; o que el control de la empresa pase a manos del gobierno en un proceso de estatización temporal, lo cual se ve poco probable porque atentaría contra la libre competencia.

Por ahora, reiteramos, la decisión final no está en manos de los accionistas sino de las autoridades. Esperemos que tomen la mejor decisión en afán de mantener el empleo, la competencia y a una aerolínea con 15 años de operación. El país no merece que se repita la triste historia de Mexicana de Aviación que, después de una década de su quiebra, todavía mantiene heridas abiertas.