Política
Ver día anteriorLunes 21 de septiembre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Nosotros ya no somos los mismos

¡Qué increíble suerte de los que ni a misa van! // La ignominia del avión presidencial

Foto
▲ Boletos para la rifa del avión presidencial, cuyos propietarios éramos los mexicanos, todos los mexicanos, no los inquilinos de Los Pinos.Foto Luis Castillo
E

l día 16, mientras veía desde mi casa el minidesfile conmemorativo (pues esta vez ni nadie me invitó a Palacio ni tampoco tuve que trabajar allí, como solía hacerlo durante algunos años), mi teléfono comenzó a timbrar como en los viejos tiempos.

Con diferentes entradas, amigos de trato frecuente y otros que tenía tiempo sin saber de ellos, me expresaban su afectuosa felicitación por la noticia que acababan de recibir y, ¡por supuesto!, mucho les alegraba. Increíble que una sola persona hubiera comprado dos de los billetes ganadores del sorteo del avión.

Las preguntas eran casi las mismas: ¿Había adquirido los boletos en el mismo sitio? ¿En razón de qué juicios, conocimientos, pálpitos, adivinaciones, algoritmos, consultas a la ouija, visiones, conjuros, mandas, oraciones, juramentos había escogido los números?

No faltaron señoras que con voz sentenciosa me amonestaban: Vamos a ver si así se te quita lo descreído y regresas a tus comportamientos de adolescente. ¡Tan creyente que eras! Otra, con cierto dejo de rencor/resabio me dijo: ¡Eres un favorecido inmerecidamente! ¡Qué increíble suerte de los que ni a misa siquiera van!

Cuando cometí el error de negar enfáticamente mi inusitada fortuna, dejé plenamente convencido a todo el mundo de mi exorbitante suerte, y le di la razón al viejo Ripley de aunque usted no lo crea.

Entonces el interrogatorio cambió de rumbo y se volvió agresivo: ¿Y ahora con tanto dinero de golpe y a tu edad, qué piensas hacer?  ¿Cómo afectará tu corta existencia? (lo de corta se refiere al futuro no al pasado). Todavía no tomo una decisión definitiva –contestaba: escribí a Tenzin Gyatso, decimocuarto Dalai Lama, solicitándole me permita cambiar mi actual código postal: 01060 al que corresponda a su residencia en la India: Mc Leod Garij. 

También, aclaré, puedo trasladarme a algún monasterio del Tíbet (territorio autónomo) y abrazar la religión budista hasta el fin de mis días.

Otra cosa que me tienta es cambiar a dólares mis pesos del premio y trasladarme a Estados Unidos e invertir esos cuantos dólares, en el final de la campaña del candidato republicano. Si en aquel país tengo el mismo tino político que en éste, el señor Donald Trump perdería la elección y yo habría ayudado a salvar de una hecatombe a México y a la humanidad en su globalidad.

Pero bueno, lo que yo quería comentar con ustedes era la breve explicación que les di a mis nietos sobre el papelito que les obsequié y que les daba derecho a participar en el sorteo organizado por el gobierno del presidente López Obrador, y en el que el premio era nada menos que un gran avión, uno de los más poderosos, lujosos y caros que había en todo el mundo. Los propietarios de ese avión éramos los mexicanos, todos los mexicanos. No los negociantes encabezados por Felipe de Jesús y la casta militar que le arrendó, a muy alto precio una casaca militar a la que ni siquiera le atinaron en la talla, pero, eso sí lo marcaron cómica y vergonzantemente para toda su escuálida vida.

Hoy, frente a las insidias sobre los resultados de la rifa de la vergonzante aeronave, renuncio a relatar la plática con mis nietos sobre el significado de los boletos que puse en sus manos. Ya lo entenderán.

Decidí mejor repetir una información que algunos medios dieron a conocer sobre el uso que Peña Nieto dio a esa ignominia del avión presidencial: realizó 83 viajes en el avión de la insolencia. Estos costaron 313 millones de pesos. En un solo viaje a Nueva York, por 36 horas, se erogaron 11 millones de pesos de nuestros bolsillos. Y la ignominia: los gastos para que el señor Peña pudiera tener erecto su copete.

Datos demoledores no desconocidos, pero desgraciadamente no suficientemente recordados los mencionaré una y otra vez. Y luego, simplemente de conocerlos demos nuestra informada y razonada opinión: ¿El juicio sobre estas conductas es procedente? Sigamos hablando y actuemos en consecuencia.

Twitter: @ortiztejeda