Política
Ver día anteriorMiércoles 2 de septiembre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Segundo Informe

La cortesanía se aleja de palacio

Avanza desacralización del rito presidencial

El discurso tardó el equivalente a media mañanera

Foto
▲ El presidente Andrés Manuel López Obrador después de emitir un mensaje con motivo de la presentación del segundo Informe de Gobierno, en Palacio Nacional.Foto Presidencia
 
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de septiembre de 2020, p. 5

En la indecisión de una mañana perezosa donde el sol y las nubes grises no riñen por imponerse, el jefe del Ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador, tomó solitario el podio en Palacio Nacional para el más breve mensaje de su gestión, al cumplirse la fecha de su segundo Informe de Gobierno.

Sin la banda presidencial y ante apenas 62 invitados y 35 militares asignados para rendir honores a su investidura, ocupó 45 minutos exactos en reiterar sus objetivos, los senderos para alcanzarlos y porfiar desde el inicio en su combate a la corrupción, pues incluso así lo había anticipado.

Un discurso equivalente en tiempo a media mañanera y con el que una vez más se adelantaba a la sesión de Congreso General de las cinco de la tarde en San Lázaro, a donde por ley corresponde enviar el texto del Informe.

En esa ceremonia escueta, formal y ayuna de afeites, fue obvio el destierro, por fin, de todo vestigio de cortesanía e incluso esta vez se escaló en desacralizar el rito presidencial, con la ausencia notable (¿o acordada?) del titular del Poder Judicial de la Federación, ministro Arturo Zaldívar, y del propio fiscal de la nación, Alejandro Gertz.

Pero hubo otra falta que no mereció mención de López Obrador: la diputada Laura Rojas, del PAN, quien se mantendrá cinco días más al frente de la mesa directiva ante el nuevo sainete en San Lázaro.

Con la pandemia como argumento inatacable para restringir la presencia de la prensa en el Patio de Honor, apenas se pudo apreciar lo que ahí ocurría ante el repaso fugaz de las cámaras de televisión.

Y así, se consignó a los tempraneros líderes sindicales Napoleón Gómez Urrutia y Joel Ayala, buscando afanosos la silla con su nombre, y de a poco, para encontrar las suyas, a Bosco de la Vega, del Consejo Nacional Agropecuario; Luis Niño de Rivera, de la Asociación de Bancos de México; José Manuel López Campos, de la Concanaco-Servytur; Francisco Cervantes, de la Concamin, y al final, por la calle de Corregidora –donde se les permitió estacionar en batería– aparecieron otros como Antonio del Valle, Carlos Bremer, Ricardo Salinas y Olegario Vázquez Aldir.

Como en citas previas, ya en plena crisis sanitaria, ayer podía hacerse un juicio personal de los convocados y el anfitrión a partir del uso o no del recomendado cubrebocas. Y entre estos últimos, el presidente López Obrador, su esposa Beatriz Gutiérrez Müller y los secretarios de Gobernación, Olga Sánchez, y de Salud, Jorge Alcocer.

Fueron los contrastes entre el lenguaje corporal y el de una intervención sólo con algunas novedades retóricas. México tiene en el peor momento, el mejor gobierno, y se han logrado ahorros merced a la austeridad y a la lucha anticorrupción, el equivalente a 2.2 puntos del producto interno bruto.

Un mensaje en el que más allá de defender la estrategia contra el coronavirus no se mencionó el último dato sobre contagios y muertes por la pandemia ni se hizo alusión a los cambios en el gabinete y en las oficinas de gobierno.

En las avenidas del corazón capitalino siguen los plantones que desde hace días disputan con las vallas colocadas alrededor del Zócalo y en el límite de la banqueta con la de Palacio Nacional. Y dentro de éste, un vendedor de billetes de la rifa del valor del avión presidencial lucía ufano: Aquí sí me va bien.

Mientras, en las demás calles de la zona, aún sin turistas, la gente seguía en lo suyo: ofrecer de todo y comprar para revender.

Ah, ¡deveras, que hoy fue el Informe, ¿verdad?!, dijo un transeúnte al percatarse de la fecha.

Y sí, fue el informe.