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Ciudad perdida

Tejemanejes partidistas o el arte del engaño

C

asi al finalizar la semana pasada se fraguó la jugada: Paula Andrea Castillo renunciaría al PRD para impulsar que el PRI se hiciera cargo de la Jucopo. La diputada sólo puso como condición que a su marido Miguel Ángel Vásquez, acusado de varios delitos durante el sexenio pasado, se le convirtiera en el Lozoya de la ciudad.

El tipo estaría listo a dar información dura y madura de muchos supuestos actos de corrupción que sucedieron en la administración de Miguel Ángel Mancera. Quería impunidad para su cónyuge, nada más. Sabía que difícilmente podría llegar a un acuerdo.

Mientras eso sucedía, Víctor Hugo Lobo, integrante del PRD en el Congreso de la ciudad, acariciaba la siguiente jugada: otorgarle al PRI cuatro diputados federales perredistas que han estado bajo su tutela para dejar fuera de la Jucopo de la Cámara de Diputados al PT, siempre que Tonatiuh González, coordinador del PRI en el Congreso local, declinara la posibilidad de ser él quien presidiera la junta política del organismo el último año de esta legislatura.

El lunes por la tarde, cuando se suponía que todo era caos y no existía acuerdo para nada, los principales pactos estaban cocinados. Víctor Hugo Lobo habría cumplido su palabra y el PRI en la Cámara de Diputados ya tenía cuatro legisladores más; el tricolor Tonatiuh en el Congreso de la Ciudad de México se bajaría de la contienda, tal y como se había convenido, y Lobo se convertiría en el jefe político de la que hasta hace muy poco era la Asamblea Legislativa.

Sólo quedaba pendiente quién presidiría la mesa directiva del Congreso local. Con el cinismo que los ha hecho famosos, los panistas propusieron a Federico Döring. Total, si Fernández Noroña quería presidir la Cámara de Diputados, ¿por qué el señor Döring no podría presidir el Congreso capitalino?

La respuesta fue clara: los diputados de Morena vetaron tal infamia y entonces los azules mostraron cuál sería el siguiente oprobio para la ciudad: propusieron a Margarita Saldaña, a quien hasta anoche no le permitían llegar al puesto que le corresponde al PAN en acuerdo con la legislatura.

Se habló entonces de Diego Orlando Garrido, quien no tiene un historial de desastres y fracasos como Döring y Saldaña (sólo habría que recordar a Döring como el operador de aquellos videos de Bejarano que tanto daño hicieron al país). Entrada la noche no había humo blanco en el Congreso sobre ese tema.

Por lo demás, Paula Andrea Castillo se queda en el PRD para no debilitarlo –y su marido en la cárcel–; Lobo cumple con los diputados federales; el PRI declina en el ámbito local; el PRD preside la Jucopo de la ciudad y el gobierno de la ciudad, en todo su entorno político, pagará, y muy caro, haber permitido tal jugada cuando tenía en las manos impedirla, pero ése es otro cuento.

De pasadita

El que no dudó en entronizar en la Cámara de Senadores a un hombre dedicado durante mucho tiempo a atacar al presidente López Obrador fue Ricardo Monreal.

Bastó esa condición: que fuera un enemigo de la 4T para que Monreal maniobrara para dejarlo como su supuesto títere al frente del Senado.

Muy pronto todos habrán de darse cuenta de que Eduardo Ramírez de Aguilar se pone la cachucha que mejor le conviene. Lo mismo la verde que la tricolor o la de Morena. Monreal lo ha jalado al lugar que hoy tiene, pero sabe, y muy bien, que Ramírez de Aguilar es de su mismita calaña y con agujas no se pican.

Total, no es que Ramírez de Aguilar cambie de colores por intereses inconfesables, lo que pasa es que el senador es un político daltónico. Nada más.

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