Cultura
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Falleció Mercedes Barcha, cómplice eterna de Gabo
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▲ Según el diario El Tiempo de Colombia, la viuda del Nobel de Literatura padecía problemas respiratorios desde hace meses. Murió en la Ciudad de México a los 87 años. Foto cortesía de la Secretaría de Cultura federal

Este sábado falleció en su casa de la Ciudad de México, a los 87 años, Mercedes Barcha Pardo, viuda del Nobel de Literatura colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014).

Mónica Mateos-Vega
Bukowski se está saliendo con la suya; va en camino de convertirse en clásico de las letras: Carlos Velázquez

El narrador asistió a una mesa dedicada al autor estadunidense a propósito de su centenario natal // Participaron también Bernardo Esquinca y Ángel Tijerín // Organizó Anagrama

Vox Libris
Apolíneo y dionisíaco

Apolíneo y dionisíaco recoge varios textos del filósofo y filólogo italiano Giorgio Colli (1917-1979), donde profundiza en la dualidad conceptual que ofrece Nietzsche de lo elevado y lo terrenal. Para Colli, el estudio de lo dionisíaco se ha realizado tradicionalmente desde una perspectiva más religiosa o artística que propiamente filosófica. En esta ocasión, Sexto Piso ofrece una edición en español, traducida por el catedrático emérito en filosofía de la Universidad de Barcelona, Miguel Morey. Con permiso de la editorial, ofrecemos a nuestros lectores un fragmento del libro.

Primera parte La filología ya no está muerta

I. El filólogo

Todos los hombres viven; la vida es el modo de ser de los hombres, que se desarrolla en el tiempo. Sin embargo, son pocos los hombres que se han preguntado seriamente qué es esta vida y de qué modo debe vivirse. Tal vez muchos han pasado a la historia sin habérselo planteado, todos los que pertenecieron a familias de grandes pintores o de grandes matemáticos, y que conquistaron la celebridad en el mismo campo que sus antepasados, todos los hijos de los padres. Y no sólo ellos, sino muchos filósofos, que por la misma necesidad derivada de su profesión de filósofo forzosamente hubieran debido preguntárselo, no lo hicieron seriamente. Porque lo importante no es el acto consciente en sí de plantearse esta pregunta, que todo hombre puede alcanzar gracias al innato poder de reflexión que le corresponde. No se trata de un problema que subsista en el campo de la pura razón, en contradicción consigo mismo desde un principio, por estar separado de la inconsciencia de la vida de todos los hombres. Una pregunta semejante no es un momento abstracto, sino que nace de la vida inmediata, es una manifestación directa de ella, es ya la prueba de una particularísima configuración de la vida en algunos hombres. De lo que se puede extraer una interesante reflexión doble: en primer lugar, que lo importante es siempre la vida en su inmediatez, y que no hay que precipitarse a establecer, como hacen muchos filósofos, antítesis capitales entre consciencia e inconsciencia (a no ser que se trate de racionalidad pura, procedente de una vía completamente diferente de la vida), y que el acto consciente de plantearse esa pregunta ya es un modo inmediato de vivir; y en segundo lugar, que la vida ya desde ahora se muestra en su naturaleza diversa por excelencia, en actitud opuesta según los modos de los hombres excepcionales y de los comunes y esta diversidad se descubre justamente a través de su modo de manifestarse en un acto concreto de conciencia. Así pues, apenas se plantea seriamente la cuestión ¿qué es la vida?, algo de su ser ya se revela. Pero volvamos de nuevo, para aclararlo mejor, a aquel doble impulso inicial del que habíamos partido. Por un lado éste no es otra cosa que anhelo de conocer la vida, pero no a través de un conjunto de representaciones abstractas, como serían por ejemplo el conjunto de reglas sistemáticas que constituyen una ciencia jurídica, sino antes bien sintiéndola próxima, como un objeto que no es tal al no ser diferente de nosotros mismos cognoscentes, que pasa a través de su infinita multiplicidad y se mantiene siempre a sí mismo en su propia limitación de impulso que quiere conocer para vivir de una cierta manera. Aquí se recupera el segundo aspecto de la cuestión: ¿cómo vivir?, que en el fondo forma una sola cosa con el primero. De hecho, en el complejo momento espiritual que se está examinando, y solamente en éste, se da una fusión perfecta del aspecto metafísico-gnoseológico y del aspecto moral. Se trata de un impulso de la voluntad, moral por tanto, en busca de un bien en la vida suprema, y cognoscitivo, en busca de un conocimiento concreto y esencial de alegría y dolor, en la conciencia inmediata de un problema de la existencia.

Ángel Vargas