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Emilio Lozoya: llegó la hora de hablar // De ¡al abordaje! al sálvese quien pueda

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i todo marcha según lo planeado, a partir de hoy el Reclusorio Norte de la Ciudad de México tendrá un nuevo inquilino: Emilio Lozoya Austin, ex director de Petróleos Mexicanos, extraditado de España, quien (versión oficial) retorna al país con la voluntad de contar todo lo que sabe sobre los múltiples negocios ilegales a costillas de la ex paraestatal y aportar los nombres y apellidos de los participantes (públicos y privados) en el saqueo.

Antes, la consigna fue ¡al abordaje!; hoy, sálvese quien pueda. Por ello se registran nerviosos movimientos (junto con la contratación masiva de abogados) de los integrantes del círculo inmediato del otrora poderoso funcionario, incluidos personajes del sector empresarial y del primer circuito de ex funcionarios peñanietistas, algunos de ellos con fuero legislativo (quienes ahora pedirán licencia, porque, dicen, su verdadero interés en la vida es la academia y la investigación en el extranjero –Vanessa Rubio dixit–, motivados por el supuesto de que si se alejan del anafre el calor amaina).

El nefasto empresario Alonso Ancira –marca Carlos Salinas de Gortari y experto en negocios cochinos a costa del erario– quiso adelantarse a los acontecimientos: huyó a España para evitar (aunque existen todos los elementos para recluirlo) las pesquisas del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, pero su intentona resultó fallida, porque lo aprehendieron, precisamente, en la madre patria –en donde permanece– por el descarado robo en la operación de compraventa de Agronitrogenados y lo que se acumule, que es mucho, sin duda.

Corre la versión de que Lozoya trae consigo –o puede disponer de ellas– 18 videograbaciones –al estilo Carlos Ahumada– que involucrarían a medio mundo del ámbito gubernamental (con EPN), empresarial y legislativo, pues en ellas se constataría que, por instrucciones superiores (que no serían otras que las giradas por Peña Nieto y Luis Videgaray), el ex director de Pemex repartió jugosas coimas para que rápidamente se aprobara la reforma energética y algunas más.

De entrada, el fiscal Gertz Manero deberá poner la mira –si es que aún no lo ha hecho– sobre los integrantes del consejo de administración de Pemex en tiempos de Lozoya Austin, puras joyas del sistema. ¿Por ejemplo? Luis Videgaray, Pedro Joaquín Coldwell, Ildefonso Guajardo, Enrique Ochoa Reza (lo suplió María de Lourdes Melgar Palacios), Miguel Messmacher, Francisco Leonardo Fabio Beltrán, Rafael Pacchiano Alamán y los cinco representantes de Carlos Deschamps. Hay más –ex directivos incluidos–, pero con éstos el fiscal se entretiene un rato.

Lozoya, pues, encarcelado en espera de que lo acompañen sus amigos. Pero no sólo se trata de los dineros ilícitos para la campaña presidencial de Peña Nieto, o las contribuciones ilegales de la brasileña Odebrecht, Agronitrogenados, Fertimex, huachicol, astilleros españoles, lavado de dinero… La telaraña de negocios ilegales a costillas de Pemex alcanzó dimensiones faraónicas. Cierto es que el saqueo de la ex paraestatal no fue privilegio del sexenio peñanietista, pero con Lozoya en la dirección general, y por órdenes de arriba (según justifica este personaje), se esmeraron para alcanzar grado superlativo.

Sabiéndose impunes, saquearon a Pemex y todo lo que pudieron, y fue mucho. No dejaron piedra sin labrar (Javier Jiménez Espriú dixit), porque creyeron que tendrían seis años más para seguir con los negocios ilícitos y contarían con tiempo suficiente para borrar las huellas. Pero calcularon muy mal y hoy están con un pie en chirona.

Las rebanadas del pastel

Cómo olvidar el primer discurso de Emilio Lozoya como director de Petróleos Mexicanos: mi administración tendrá tolerancia cero ante cualquier comportamiento fuera del marco legal, ya sea de privados o dentro de esta empresa; Pemex debe ser la más transparente y contar con un sistema real y permanente de rendición de cuentas. Resultó buenísimo para saquear, pero pésimo para contar chistes.