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La pandemia y otros problemas en el litoral mexicano
E

l coronavirus causa en el Caribe mexicano más daños que los huracanes. Esa región es el principal destino turístico del país y América Latina. Cuenta con más de 110 mil cuartos de hotel en Cancún y en la Riviera Maya, los 120 kilómetros que hay entre dicha ciudad y Tulum. Millones de viajeros procedentes de numerosos países llegan vía el aeropuerto de Cancún, el segundo más importante de México. También arriban a Quintana Roo decenas de miles de mexicanos que igualmente aprovechan la belleza del paisaje y la herencia cultural que existe en la península de Yucatán: Chichén Itzá, Tulum, Cobá, Uxmal, Calakmul, entre otros sitios ­emblemáticos.

Los litorales del Pacífico igualmente sufren por la pandemia: Acapulco, Ixtapa-Zihuatanejo, Puerto Vallarta, la costa de Nayarit, Mazatlán, Los Cabos, La Paz y otros lugares del golfo de California; Huatulco y Puerto Escondido, en Oaxaca. Decenas de miles de personas están desempleadas. Los más afectados por la falta de trabajo son los migrantes de Chiapas y Guerrero, por ejemplo, que se ocupan como albañiles en los complejos hoteleros y los condominios de lujo en construcción en los polos turísticos. La reactivación del sector no será pronto. Miguel Torruco, secretario de Turismo, sostiene que serán los viajeros mexicanos los que primero la hagan, pues los del exterior llegarán en diciembre. Es este mes y hasta principios de mayo la temporada de más visitantes. Le sigue julio y agosto por las vacaciones escolares en México y otras partes del mundo.

La pandemia obligará a cambiar el modelo actual de turismo. Así lo prevén las líneas aéreas, los sistemas de control en los aeropuertos y en los hoteles y demás servicios ligados a esa importante actividad. En el caso de México, es el mejor momento para terminar con el crecimiento anárquico que impera en las áreas costeras. Comenzando por buscar la consolidación y el crecimiento sostenible de los principales polos turísticos, así como de los nuevos desarrollos hoteleros y de vivienda de alto nivel económico en, por ejemplo, Jalisco y Nayarit.

Es un problema que ahora reconoce el Fondo Nacional de Turismo ­(Fonatur), responsable de la ocupación anárquica del litoral por el gran capital ligado al turismo. En febrero pasado, Rogelio Jiménez Pons, titular de esa dependencia, dijo que solicitó al ayuntamiento de Cancún no autorizar nuevas construcciones, pues complicarían el abasto de los servicios públicos en esa ciudad. Agregó que la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales revisaría la densidad de construcciones en la zona turística en la cual se pretende edificar dos complejos hoteleros muy cuestionados: Grand Island y Rivera Cancún, a los que se oponen numerosos grupos de la sociedad local y del país.

También es oportunidad para terminar con la privatización de las playas, a cargo de hoteles, casas y condominios lujosos. En febrero pasado, la policía turística de Playa del Carmen detuvo y vejó a dos jóvenes por sentarse en la playa del negocio Mamita’s Beach Club. La protesta ciudadana fue tal que llegó a la propia Cámara de Diputados, la cual condenó el hecho y reiteró la no privatización de los lugares públicos del litoral.

Por su parte, el gobierno federal ­reiteró el libre acceso y tránsito por las playas del país.

Y más urgente es revisar la actual legislación sobre la Zona Marítima Federal Terrestre, los 20 metros que van tierra adentro desde donde rompen las olas del mar. En numerosas ocasiones he alertado sobre la necesidad de ampliarla, ante los efectos del calentamiento global que incluye al planeta azul, cuya temperatura aumenta. Y como resultado, las olas penetran cada vez más en tierra firme. Por eso, y por los cambios de corrientes marinas, Cancún, Puerto Morelos, Playa del Carmen y otros lugares del principal polo turístico nacional perdieron sus playas. Se gastaron decenas de millones de pesos en crear playas artificiales. Pronto se las llevaron las olas, que siguen avanzando tierra adentro, lo cual también es visible en el sur de Tabasco.

La tormenta tropical Cristóbal, que recién azotó Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, es un aviso más de la necesidad de ampliar dicha zona marítima. Una tarea pendiente por parte de los poderes Ejecutivo y Legislativo. Sería imperdonable que en el gobierno de la 4T y con un Congreso con mayoría del partido Morena y sus aliados no se hiciera. Y casi se me olvida: Cristóbal inundó terrenos donde se construye Dos Bocas, refinería emblema de la actual administración. También ocurrió lo mismo, pero en mayor medida, en octubre pasado.