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Situación de angustia viven mujeres en diferentes oficios
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u Al mal tiempo, buena cara, en un oficio clásico de la ciudad para el que la gente casi no coopera.Foto José Antonio López
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s Este sábado se vio un poco de más gente en las principales calles del Centro Histórico; eso sí, pocos con cubrebocas para disminuir el riesgo de contagio.Foto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 29 de marzo de 2020, p. 25

La semana pasada, Gabriela Cruz apenas logró hacer dos boleadas, a 22 pesos cada una, en la plaza Tlacoquemécatl, colonia Del Valle, un lugar siempre concurrido por oficinistas atraídos por los restaurantes de la zona, que desde hace varios días luce desolado.

Tiene 37 años y desde los 14 se dedica a lustrar zapatos, oficio heredado de su padre que decidió suspender por el momento ante la falta de clientes. Me compré chicles y unas cajetillas de cigarros. Me salgo a vender diario, camino por Insurgentes, por las avenidas grandes, donde veo más gente, porque ya no me alcanza ni para el desayuno.

Viuda y con dos hijos, uno en la universidad y otro en la secundaria, asegura que las deudas se han acumulado y los gastos siguen. Y ni quien me ayude, porque la familia está igual, para acabarla todo está subiendo, ahorita me sale más barato comprar retazo de pollo que huevo.

Ella es una de cuatro mujeres entrevistadas que realizan distintos oficios: aseadora de calzado, fotógrafa, organillera, vendedora de revistas atrasadas y libros, es decir, trabajadoras sin un salario fijo y con ingresos que van al día para quienes quedarse en casa y tomar sana distancia durante la crisis sanitaria por el Covid-19 no es una opción.

La situación que vive Gabriela García no es diferente. Con la cancelación de misas en las iglesias se acabaron los exiguos ingresos que percibía. Su trabajo consiste en ir por cada templo donde se realizan bautizos, primeras comuniones y otras ceremonias religiosas, en las que toma fotografías a los asistentes, pero desde la semana pasada que acudió a ver los eventos que estaban programados se encontró que todos fueron cancelados.

Como fotógrafos nos acercamos y tomamos la ceremonia, no vamos contratados, al término del servicio nos acercamos con los organizadores para ver si nos compran las fotos. Muchas veces no aceptan, pero otras sí. Antes de la contingencia ya había disminuido el trabajo, pero ahora ya no sabemos qué hacer, ni emplearnos de otra cosa porque todo está cerrado.

Sobre el Eje Central, frente a la Plaza de la Tecnología, Ernestina García, vendedora de revistas atrasadas y libros, también cuenta sus penurias: Ayer vendimos dos libros y anteayer uno, la verdad estamos sacando nada más para mal comer, no se puede de otra manera, hay poca gente, pero si no abrimos quién nos mantiene.

Con más de 25 años en el puesto, considera que las cosas van a estar peor, porque la gente anda con mucho miedo, no quiere salir. Aquí es un lugar muy concurrido por la plaza, pero ahorita que todavía hay negocios abiertos las ventas están muy bajas.

Aunque ayer después del mediodía se notó más gente en el Centro Histórico, Patricia Domínguez, quien trabaja como ayudante de su esposo que es organillero, platica que entre semana no hay calle que no esté desierta. Todos andamos iguales, hay días en los que obtenemos 70 pesos, nada más para los pasajes. Está muy crítica la situación, no hay para dónde hacerse, todos dependemos de nuestros cilindros.

Cuenta que los dueños les dieron una prórroga para pagar la renta, pero al final tendremos deudas y ellos también viven de esto.

En días pasados la Asociación de Trabajadores no Asalariados pidió a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, incluirlos en los apoyos económicos que se entregarán para mitigar el impacto por la crisis sanitaria del coronavirus, pues sus ingresos dependen de la afluencia de la gente a los lugares públicos, la cual se ha visto reducida.