Mundo
Ver día anteriorLunes 16 de marzo de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Debe someterse a nuevas pruebas de Covid-19

Bolsonaro desoye consejos médicos y sale a la calle a saludar gente y tomarse fotos

Sin dejar de sonreír, escucha gritos en favor de una intervención militar durante marcha en Brasilia

Foto
▲ El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, saludó ayer a partidarios afuera del Palacio do Planalto, en Brasilia, pese a los consejos de mantenerse en aislamiento parcial.Foto Afp
Especial Para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 16 de marzo de 2020, p. 22

Río De Janeiro. Desafiando lo que determinó su propio ministerio de Salud, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, participó de una manifestación en Brasilia. Al hacerlo, desobedeció incluso lo que el médico de la presidencia había aconsejado: mantenerse en aislamiento parcial en la residencia presidencial.

Sin máscara sanitaria ni guantes, saludó a manifestantes, se tomó fotos a su lado, exponiéndose públicamente en un momento en que se agudiza la epidemia de coronavirus en Brasil.

Al mismo tiempo, abrió espacio para una nueva crisis con los demás poderes constitucionales, al mezclarse con manifestantes que, entre otras cosas, exigían el cierre del Congreso y una purga de varios magistrados del Supremo Tribunal Federal. Sin inmutarse ni dejar de sonreír, Bolsonaro escuchó gritos en favor de una intervención militar inmediata.

Ayer se confirmó que siete de los integrantes de la comitiva presidencial que lo acompañó en su más reciente viaje a Estados Unidos para un encuentro con Donald Trump están infectados con el Covid-19. Por tal razón, en los próximos días Bolsonaro deberá someterse a un nuevo test, para determinar si fue contaminado. Hasta que se conozca el resultado, debería mantenerse aislado, recibiendo un número reducido de visitantes y siempre utilizando máscara sanitaria.

Pese a todas las medidas determinadas, Bolsonaro no resistió el impulso de salir a la calle. Primero, acompañó en coche una caravana de vehículos que desfilaban por las avenidas de Brasilia.

No satisfecho, se dirigió luego al Palacio do Planalto, sede de la presidencia, y se acercó a los admiradores – alrededor de 150– que rodeaban la calle. Tocó un sinfín de manos, posó para fotos, o sea, hizo exactamente lo contrario de lo que determina la Organización Mundial de la Salud.

Las movilizaciones de este domingo reunieron un número poco significativo de personas. Pero las consignas se mostraron especialmente agresivas, realzando la agudización de la crisis entre seguidores y críticos del ultraderechista.

Para analistas y dirigentes políticos, Bolsonaro puso en riesgo algo más allá de su salud y la de las personas a las que saludó: puso en riesgo la ya precaria gobernabilidad de su mandato.

Gleisi Hoffmann, diputada federal y presidenta del Partido de los Trabajadores, acusó al mandatario de esparcir el virus del fascismo, reportó la agencia Notimex.

El país enfrenta una seria crisis económica, agravada por el escenario mundial. Al participar en una manifestación (cuya convocación, a propósito, él ya había reforzado) que confronta directamente al Congreso, los canales de diálogo –que ya estaban muy congestionados–, prácticamente se cierran. Y nadie sabe prever cuál será el precio a pagar para reabrirlos.

Hay varias iniciativas de reforma que el gobierno asegura son esenciales, a la espera de ser enviadas a votación en el Congreso, blanco principal de las manifestaciones que ocurrieron ayer. Bolsonaro creó nuevos roces en una relación ya de por sí profundamente corroída.