Opinión
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Isocronías

Algo sobre Cardenal

A

Ernesto Cardenal lo vi dos veces, una en los baños de San Carlos (iba él muy resguardado, cuidadísimo, y de pronto me les aparezco yo, que había entrado antes); la otra en algún lugar de Oaxaca, donde unos cuantos pasos atrás de él, que iba solo (y eso que el grupo era bastante numeroso), le oí –en voz alta aunque no tanto–: ‘‘¡Ser papa, qué soberbia!”

Por mis 20 dudaba sobre ser monje o no y le escribí (no le mandé, se me extravió antes) una carta con mis dubitaciones. Confianza le tenía. De él recuerdo haber leído en una revista cubana entonces muy traída y llevada y en la que la poesía aparecía indexada como ficción: ‘‘Entre la violencia y la no violencia, la no violencia, pero entre la violencia y la cobardía, la violencia’’, frase que no creo ahora suene tan afortunada como en aquellos 70 dicha en labios de un cura.

Cómo nos resultaba encantador que el ya para entonces sacerdote hubiera sido un joven poeta enamoradizo y, acaso más, el que trazara clásicos epigramas en un lengua-je de lo más normal, no distinto del que escuchábamos en la tienda de la esquina.

Tres tomos de en números redondos mil 500 páginas editadas por el FCE (el último, La revolución perdida, hace 15 años) dan fe de su vivir. De ellas no diré que precisamente se van como agua, mas algo así acontece al leerlas. Así de sorprendente fue su vida y tal la claridad con que la cuenta.

Cabe decir que su poesía me llegó a través de Carlos Próspero, poeta chiapaneco avecindado en Guadalajara, en cuyo trabajo inicial la presencia del granadino es patente.

No hace mucho en más o menos petit comité el escritor regiomontano Humberto Salazar publicó este epigrama, con el cual nos despedimos:

Imitación de Ernesto Cardenal: En lo académico solo llegué a licenciado. / Mis amigos verdaderos se cuentan con los dedos de una mano. / En lo material, reporto un muy breve patrimonio. / Mi foto no aparece en los blogs ni en las redes sociales. / Mi plan de uso de datos en el celular es el más básico. / Si preguntan por mí en el trabajo, pocos pueden dar informes. / Pero conquisté el corazón de esta mujer con mis palabras.