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UACM: nada humano me es ajeno
E

n el lema de la UACM están presentes ideas e ideales de especial valor en estos tiempos en los que el país arrastra graves problemas estructurales (como la pobreza, la desigualdad y la marginación), y al mismo tiempo, con razón, se horroriza por incontables actos de barbarie. Sin duda ambos aspectos de la vida social están interrelacionados. En la estructura del inhumano sistema vigente, para la mayoría de los mexicanos no hay otro destino que ser mercaderes, mercancía o basura.

Un factor común de los crímenes que tanto duelen es el desprecio total por la humanidad y por la vida, la inclemencia ante los cuerpos humanos que el agresor con absoluta frialdad llega a tocar, oler, pesar, oír y destruir. Es obvio, pero es necesario resaltarlo, pues este desprecio por la vida y la humanidad tiene que ser objeto de la reflexión y la acción de todos, de manera particular de los universitarios.

Sin duda, la barbarie y la bestialidad tienen tantas y variadas explicaciones como el número de personas que cometen esos crímenes, sin embargo, tienen factores comunes que están en su origen y que han contribuido a su multiplicación y agravamiento. Un factor es, por supuesto, su imagen de la vida, del mundo, de los demás seres humanos, en suma, la ideología que construyen con sus experiencias y con los mensajes que reciben por diversos medios.

Hay dos componentes de la ideología dominante que sin duda son factor efectivo de la pavorosa deshumanización que padecen el mundo y el país: la ciencia económica y el conductismo. Al margen de otras consideraciones, ambas son ideologías que se han desarrollado porque son justificación del capitalismo salvaje. Por tanto, no es previsible que la mera crítica de estas ideologías vaya a generar un cambio efectivo. Sin embargo, la crítica también es necesaria y desempeña una importante función en la lucha que tienen que dar todos los que valoran la humanidad y la vida, recordemos los sabios consejos de Bertolt Brecht.

Antes que nada, quizá es necesario abordar la crítica de la ciencia económica. La pretensión de que hay hechos o procesos económicos –que pueden ser explicados y juzgados por una ciencia especial, independiente, ajena a cualquier otra ciencia o consideración social, histórica o filosófica–, pasa por alto (no inocentemente) que tales hechos no existen. Todo hecho pretendidamente económico, es un hecho social, un hecho humano, y por tanto en su comprensión, análisis y valoración debe ser incorporada toda la complejidad de los seres humanos como seres sociales e históricos.

La ciencia económica (de muy reciente invención) ignora esa complejidad e ignora los conocimientos que para comprenderla han generado otras disciplinas; así, por ejemplo, con un postulado ridículamente pobre (el homo economicus) pasa por alto lo que durante milenios han aportado al estudio del comportamiento humano la filosofía, la literatura, la historia, la antropología; para la economía, la realidad queda reducida a unas cuantas leyes fijas, inamovibles (la oferta y la demanda, la utilidad marginal, el equilibrio de los mercados, esto es, los precios). Esta ignorancia es la madre de la barbarie que hace de los seres humanos un artefacto de calcular beneficios, balances, y reaccionar mecánicamente, para optimizar los beneficios propios, al margen de cualquier otra consideración, al margen de algún criterio ético o moral, al margen de las emociones; así quedan anuladas facetas esenciales de la naturaleza humana contemporánea como la conciencia moral, la generosidad y la empatía.

Esta ideología de la economía ha sido llevada a su extremo por el neoliberalismo, pero está presente desde el inicio de esa ciencia en el siglo XIX. En los manuales escolares de economía se ponen como prototipos de hecho económico situaciones en las que la extrema necesidad de alguien permite a un vendedor aumentar los precios al máximo” (por ejemplo, el precio de un vaso de agua en el desierto). Mediante una lectura interesada de la obra de Adam Smith –otro ejemplo, se considera como un hecho económico universal su dicho de que al carnicero le son ajenas, no le interesan, ni la vida ni los problemas de sus clientes– hoy se justifica el egoísmo extremo de capitales que tienen amenazada la supervivencia de la humanidad y arrasan pueblos enteros, o el egoísmo ciego de oligarquías como la mexicana que se opone a todo intento de humanización de la vida nacional

La ideología dominante degrada al ser humano al considerarlo una cosa, y esto es lo que hace la ciencia económica. Con ello, se aplica puntualmente la receta que instruyeron los padres del positivismo, sustento epistemológico de la economía, concretamente Durkheim y Comte: debe evitarse todo juicio de valor y considerar a los hechos sociales como cosas. Si los hechos económicos son cosas, quienes participan en ellos, los agentes económicos (todos los seres humanos) somos también cosas ¿puede extrañarnos la deshumanización actual que se manifiesta, entre otras cosas, en horrendos crímenes?