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Apuntes postsoviéticos

Callejón sin salida

L

a posibilidad de alcanzar una solución negociada del conflicto en el sur de Ucrania se encuentra atrapada en un callejón sin salida desde que quedó claro que, sin establecer un preciso orden cronológico, es imposible cumplir los acuerdos de Minsk, cuya firma por todas las partes implicadas se celebró en su momento como magnífica oportunidad para terminar esa guerra fratricida.

Cinco años después, no se ha podido concretar ni uno solo de los entendimientos pactados, salvo muy contados avances parciales: el intercambio de prisioneros, pero no de todos los retenidos, y el retroceso simbólico del armamento pesado en pocos sitios de confrontación, quedando intacta la mayoría. En síntesis, no hay combates directos, aunque los tiroteos son prácticamente cotidianos y el goteo de muertos continúa.

Rusia y Ucrania relevaron a sus máximos encargados de negociar, pero mantienen sin variar sus posiciones respecto de cómo deben llevarse a la práctica los acuerdos de Minsk, conscientes de que con esa intransigente actitud no podrá haber ningún arreglo político.

Tras la fallida iniciativa imparcial de promover –en la reciente Conferencia sobre Seguridad de Múnich– medidas para reducir la tensión y estimular el diálogo en el sur de Ucrania, se hizo evidente que para Moscú y Kiev sólo valen las propuestas que pudieran reportarles beneficios sin tener que hacer la más mínima concesión.

Cualquier intento de mediación como ese fracasará mientras Rusia, como hizo esta misma semana, de nuevo arremetió contra Ucrania en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acusándola de no querer cumplir lo pactado en Minsk (ante todo, otorgar un estatus especial en la Constitución a la zona en conflicto y celebrar ahí elecciones) y, tres días después, Ucrania planteó en la Asamblea General que el problema es otro y no podrá resolverse sin enviar cascos azules a la frontera con Rusia, lo cual el Kremlin rechaza de modo categórico.

Así las cosas, Moscú y Kiev siguen tratando de apalabrar un nuevo intercambio de prisioneros, sin que se sepa si ese gesto, de llevarse a cabo, será suficiente para que los líderes de Rusia y Ucrania se vuelvan a reunir en abril siguiente, ahora en Berlín, con sus colegas de Alemania y Francia, y acepten consensuar una nueva hoja de ruta para revivir lo pactado en Minsk.