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Samir Flores y las resistencias
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l 11 de febrero de 2019, Samir Flores y un grupo de opositores al Proyecto Integral Morelos acudieron a protestar a una actividad en la que estaría el presidente Andrés Manuel López Obrador. Con mantas, consignas y un modesto equipo de sonido, los y las manifestantes permanecieron durante todo el acto hasta que lograron llamar la atención del presidente. AMLO, quien estaba acompañado, entre otros, por Cuauhtémoc Blanco y Hugo Erick Flores, volteó hacia el grupo en el que se encontraba Samir y, visiblemente molesto, con la mano derecha alzada y el dedo índice también levantado, se refirió a ellos y ellas en tono retador: Escuchen, radicales de izquierda, que para mí no son más que conservadores. Nueve días después, el 20 de febrero, Samir Flores sería asesinado a las afueras de su casa.

No ha sido la única vez que AMLO ha descalificado a personas, pueblos y organizaciones sociales que expresan el dolor y el descontento de un país que se sigue desangrando día a día. Lo ha hecho contra los movimientos de víctimas, de migrantes, de mujeres, de pueblos originarios, de periodistas. Para descalificar sus protestas y demandas, se refiere a algunos de estos sectores como provocadores, abajo firmantes, ridículos, o cualquier calificativo que ayude a ubicarlos en el plano de los conservadores.

En ese discurso que se centra en el antagonismo pueblo/oligarquía, con sus adaptaciones según la moral e ideología del titular del ejecutivo (liberales/conservadores, buenos/malos), no hay cabida para observar otras contradicciones u opresiones. En este discurso la ex-plotación no aparece, por lo que explotadores y dueños del capital que anteriormente eran ubicados como parte de la mafia en el poder, ahora llegan a ser protegidos con la popularidad del Presidente.

Lo mismo sucede con los proyectos y megaproyectos extractivos, algunos de ellos antes impulsados o implementados por gobiernos neoliberales. El Corredor Transístmico, el Proyecto Integral Morelos o la Constellation Brands hoy son retomados por la actual administración y presentados como necesarios. En otros casos, sólo basta con cambiarles el nombre o la ubicación, como el Tren mal llamado Maya o el aeropuerto en Santa Lucía. No importa que en el pasado las resistencias y luchas de los pueblos los hayan detenido, hoy son moneda de cambio de promesas de un futuro mejor, las mismas promesas que otros ya hicieron.

Pero este discurso no es exclusivo del Presidente. En cualquier espacio que les sea posible, funcionarios de gobierno y seguidores de AMLO lo reproducen. Los zapatistas son un invento de Salinas, ¿Y tú dónde estabas cuando se imponía el neoliberalismo?, Las caravanas de migrantes son un invento de Trump, “Hay ‘mano negra’ detrás de los movimientos de mujeres”. El objetivo es el mismo: anular las resistencias, desprestigiarlas, ubicarlas en el mismo campo que las verdaderas fuerzas dominantes, aunque muchas de estas últimas, en realidad, estén con el Presidente.

Esta estrategia parte de una premisa: el país va bien, el pueblo está feliz, si alguien difiere, es conservador o aliado de la derecha. En el peor de los casos, el Presidente y sus seguidores siempre pueden tener otros datos para confrontar la realidad. La estrategia los lleva a presentarse como la única izquierda y pretender el monopolio de la verdad.

Lo problemático es que López Obrador es el Presidente de México, el jefe del Estado y, como tal, su voz tiene eco y consecuencias.

En un contexto de violencia política y criminal como el que se vive en México desde hace más de una década, donde mujeres, periodistas y defensores del territorio son asesinados constantemente, el que el Presidente descalifique o minimice a las resistencias y los problemas que plantean, haciendo uso del privilegiado espacio mediático con el que cuenta, abre la puerta para el acoso, las amenazas y para los peores demonios.

Ejemplo de lo anterior es la situación que en días recientes vivieron pobladores de Calakmul, en Campeche, que frente a la obtención de un amparo contra el Tren Maya, fueron acosados en redes sociales y amenazados por seguidores del Presidente. El caso de la periodista Frida Guerrera también salta a luz, pues después de cuestionar al Presidente en una conferencia matutina sobre qué hace el gobierno federal frente a la grave situación de feminicidios y violencias de género, fue atacada severamente en redes sociales.

Ante esta situación, las resistencias enfrentan el reto de elaborar estrategias comunicativas más pedagógicas y reforzar las medidas de seguridad de todo tipo. Las violencias del Estado y del capital van encontrando nuevas formas en nuestro país, no hay que dejar de denunciarlas, pero sobre todo imaginar salidas a ellas.

*Sociólogo

Twitter: @cancerbero_mx