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Agentes fronterizos son multitareas y se consideran atletas
 
Periódico La Jornada
Lunes 10 de febrero de 2020, p. 9

Texas. Agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos detectan un destello de color en un empinado cañón, luego identifican a un hombre con gorro negro recostado sobre una roca. Se trata de un guatemalteco que era parte de un grupo de indocumentados que cruzó ilegalmente el río Bravo.

Se quedó atrás luego de lastimarse la rodilla, por lo que estuvo tres días en un desolado barranco del Cañón de San Rosendo, en el oeste de Texas, hasta que fue encontrado.

En un terreno inhóspito y remoto a decenas de kilómetros de cualquier parte poblada, los agentes son la primera línea en la ofensiva del gobierno de Donald Trump contra la migración ilegal.

Periodistas de Afp acompañaron a una patrulla durante tres días en Texas y documentaron la rutina de los encargados de resguardar la frontera en medio de la creciente controversia por la política migratoria de Estados Unidos.

Si hubiéramos nacido en otra parte haríamos lo mismo, dijo Thaddeus Cleveland, agente a cargo de la estación en Sanderson, Texas.

Su función es compleja: una mezcla de policías, rastreadores y rescatistas. El agente tiene que ser un atleta, dijo el oficial de operaciones Arian Carrera, de 35 años.

En el sector Big Bend de Texas, los agentes son responsables de supervisar centenares de kilómetros de territorio, incluye los más de 800 del río Bravo, bordeado de peligrosos cañones y áridos desiertos donde las operaciones para rastrear y detener migrantes pueden tardar días.

Los agentes se desplazan a pie, en caballo o camionetas y cuentan con equipos de visión nocturna, sensores de movimiento, cámaras y perros entrenados para detectar drogas. No obstante, muchas veces se necesita más técnica que tecnología para realizar un arresto.

Buscamos huellas y como no hay tierra, buscamos rocas fuera de lugar, arbustos y cosas de ese tipo rotas que nos indican que alguien pasó por la zona, señaló Cleveland al describir las técnicas de rastreo.

Sus adversarios son traficantes que guían a migrantes que pagan miles de dólares y que emplean exploradores del lado mexicano para observar sus movimientos.

El año pasado unos 500 agentes de la Patrulla Fronteriza detuvieron a mil 624 personas en la zona de Big Bend. Esa cifra es una pequeña parte del casi millón de migrantes aprehendidos entre octubre de 2018 y fines de septiembre de 2019, la mayoría viene del triángulo norte de Centroamérica –Guatemala, El Salvador y Honduras– y huye de la pobreza y violencia.

Trump prometió acabar con la migración ilegal y ha presionado a México para que despliegue tropas en su frontera con Guatemala para detenerlos. Las medidas surtieron efecto, pues en septiembre se arrestaron a 52 mil personas.

Las autoridades de Estados Unidos han sido acusadas de violar los derechos humanos de los migrantes con políticas –ahora suspendidas– de separar a los menores de sus padres, así como terribles condiciones en algunas instalaciones de la Patrulla Fronteriza que se vieron desbordadas el año pasado.

Los agentes dicen que solo cumplen con la ley y que también salvan vidas. Cuando escuchamos que nuestros agentes son vilipendiados por el trabajo que hacen, realmente no saben de qué están hablando, dijo Matthew Hudak, jefe de la Patrulla Fronteriza en Big Bend.

Los coyotes cobran entre 5 mil y 10 mil dólares por persona y a menudo tienen poca consideración con sus clientes. El contrabando humano (...) sólo se trata de dinero y no les importa nada, consideró Derek Boyle, comandante en el condado de Presidio.

El migrante que ya no pudo caminar será deportado a su país después de ser operado de la rodilla.