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Remesas, pulmones económicos // UNAM: mano negra e ineptitud

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▲ El envío de dólares de los mexicanos que residen en el extranjero a su familias alcanzó 36 mil 48 millones de dólares en 2019, cifra que impone un nuevo máximo histórico y supera en 61 por ciento lo captado por las exportaciones de petróleo, que el año pasado sumaron 22 mil 403 millones dólares.Foto Luis Castillo
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as cifras oficiales sólo confirman que, en buena medida, la economía mexicana respira gracias a las remesas enviadas por la diáspora mexicana instalada en Estados Unidos, toda vez que superan, por mucho, los ingresos petroleros y turísticos, otrora presumidos como la gran maravilla del México moderno.

El informe más reciente del Banco de México revela que las remesas de los paisanos que laboran en el extranjero, principalmente en Estados Unidos, alcanzaron 36 mil 48 millones de dólares en 2019, cifra superior en 7.04 por ciento a la obtenida en 2018, cuando ingresaron 33 mil 677 millones. Con ese monto, el envío de dólares por mexicanos en el exterior impone un nuevo máximo histórico y supera en 61 por ciento lo captado por exportaciones de petróleo, que el año pasado sumaron 22 mil 403 millones de billetes verdes ( La Jornada, Israel Rodríguez).

Las entidades con mayor dependencia de las remesas son Michoacán, Oaxaca, Zacatecas, Guerrero y Nayarit. En diciembre de 2019 los ingresos por tal concepto se ubicaron en 3 mil 83.5 millones de dólares, un incremento de 3.1 por ciento, aunque menor al observado en igual mes de 2018 (8.4 por ciento anual). En diciembre anterior se realizaron 9 millones 450.1 mil operaciones, 0.64 por ciento más que en 2018 (ídem).

De acuerdo con el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados, en diciembre pasado el envío promedio de remesas fue de 326 dólares, mayor en 2.2 por ciento a los 319 dólares de igual mes de 2018, y dos dólares menos que en noviembre de ese año cuando promediaron 328 billetes verdes.

En castellano simple, los 36 mil 48 millones de dólares enviados por los paisanos durante 2019 equivalen a cerca de 685 mil millones de pesos, algo así como 12 por ciento del Presupuesto de Egresos de la Federación para el mismo año.

Como se ha documentado en este espacio, en las pasadas tres décadas el monto enviado por los paisanos aumentó más de 2 mil por ciento, al pasar de mil 680 millones de dólares en 1989 (sexenio de Salinas) a los citados 36 mil 48 millones en 2019 (en el primer año de gobierno de López Obrador), de tal suerte que lo que antes mandaban en un año ahora lo hacen en apenas 17 días.

En esas tres décadas, la suma de las remesas aportadas por los paisanos se aproxima a 476 mil millones de billetes verdes, monto similar al 40 por ciento del producto interno bruto mexicano, a precios actuales. Lo paradójico de todo esto es que el envío de ese dinero lo hace un creciente grupo de mexicanos que, en su mayoría, se vio obligado a buscar en otra parte el nivel de bienestar que sistemáticamente le ha negado su propio país.

En el recuento, hay que mencionar que en el sexenio salinista los paisanos enviaron cerca de 16 mil millones de dólares y con Zedillo en Los Pinos la captación por ese concepto sumó 30 mil 500 millones. El panismo se instaló en la residencia oficial, y la emigración de mexicanos aumentó velozmente. Con Fox (una suerte de presidente pollero), tales envíos acumularon 92 mil millones, y en el sexenio de Felipe Calderón, en medio de una crisis de proporciones históricas, los paisanos enviaron remesas por cerca de 140 mil millones de dólares, con todo y que los gringos no dejaron de agredir vilmente a los migrantes mexicanos. Con Peña Nieto en la residencia oficial, dicho monto se elevó a 160 mil millones de billetes verdes, aproximadamente, y en el primer año de López Obrador el monto rebasó los 36 mil millones.

Las rebanadas del pastel

A la mano negra que denuncia el presidente López Obrador hay que sumar la ostentosa incapacidad del rector Enrique Graue y su lerdo andar, pues supone que los problemas se arreglan con discursos. Es imposible que después de reiterados ataques vandálicos, en tantos establecimientos universitarios, aún las autoridades de la máxima casa de estudios sean incapaces de identificar a los responsables, saber quién los maneja, de dónde sale el financiamiento, y actuar en consecuencia. Parece que en la UNAM se juntaron el hambre y las ganas de comer.