Opinión
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Ciudad perdida

La derecha se apoderó de Morena

E

n la crisis que se vive dentro de Morena y que pide a gritos un líder que oriente la vida del partido, muestra a todas luces que las dos opciones que han peleado por el timón del organismo no son, de ninguna forma, factores de cohesión, y quien ahora se ha encaramado en la posición más alta de la organización, Alfonso Ramírez Cuellar, tampoco representa a un partido que se ha construido más por la ambición que por convicción.

Ya hemos consignado en este espacio cómo la migración de otras organizaciones hacia Morena ha desdibujado el perfil ideológico que supuestamente inspiró el nacimiento del partido que ganó las elecciones presidenciales recientes.

Pocos o muy pocos de los que han nutrido las filas de Morena pueden decirse identificados con algún ideal de cualquiera de los caminos que marca la izquierda, y sin ninguna duda se podría decir que muchos lugares dentro del partido están en manos de gente de convicciones conservadoras, gente de derecha.

Los ha movido la posibilidad de hallar en Morena un lugar desde donde se pueda vivir del erario, y sus lealtades van siempre con quienes les posibilitan incrustarse en la nómina del gobierno. Ello lleva, desde luego, a la perversión de cualquier forma de gobierno que tuviera como base la búsqueda de una justicia social como la que se prometió para conseguir el voto mayoritario.

Y es en los estados de la República donde se ha instaurado con mayor énfasis este que podríamos llamar fenómeno político, que tiene sus raíces en las ambiciones de los que sin más escrúpulos recolectan el interés de quienes comercian y no militan en Morena.

Entidades como Hidalgo, Puebla, estado de México y otras han colado a quienes juraban guerra a muerte contra López Obrador en una suerte de caballos de Troya que han servido para, en nombre de Morena y el gobierno del político tabasqueño, tomar decisiones apegadas a las doctrinas de la derecha. Los conservadores ya están dentro de Morena.

Eso se sabe dentro del partido, pero se tolera perniciosamente porque se requiere de los votos de los que tienen la mira puesta en la nómina, para que algunos otros mantengan o ganen nuevos lugares de poder. La gente poco a poco ha caído en la cuenta de que los representantes de Morena no son quienes van en busca de la justicia social, y se está perdiendo confianza y representatividad en esos lugares.

Tiene que haber definiciones en el partido en el poder. El momento es preciso para emprender una limpia a fondo que deje fuera del organismo a quienes no puedan estar en él. No será difícil, sólo se trata de revisar la vida política, la hoja de servicio, lo que la gente piensa, para que no existan equivocaciones.

El costo de una equivocación en las nominaciones de Morena podrían descarrilar el tren que ahora parece imparable; por eso se requiere de un liderazgo fuerte y reconocido que limpie y meta orden antes de que sea demasiado tarde.

De pasadita

El próximo miércoles se cumplirán tres años del final de los trabajos que dieron vida a la Constitución Política de la Ciudad de México. Sería inútil volver sobre las deficiencias que marcaron los trabajos y su resultado. En esos tres años las cosas han cambiado. Muchas leyes han cambiado y muchas banderas también.

Sólo había que recordar cómo, por ejemplo, Dolores Padierna, defensora a ultranza del PRD, ahora jura lealtad a Morena y defiende con la misma fuerza a su nueva bandera. De cualquier forma habrá una reunión de diputados constituyentes en la casona de Donceles para rememorar aquellos días, hoy tan lejanos.

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