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Infancia y sociedad

Una emperatriz en Lavapiés

H

ay sueños que se cumplen. El amor es el mejor milagro en las vidas humanas. Afortunados, la escritora madrileña Milagros Revenga y el poeta mexicano Alejandro Aura vivieron una singular historia de ocho años de amor. Después de salir del asombro y contárselo a sí misma todos los días durante años, Milagros dio a luz una joya de libro que se empezó a escribir en 2009 y se entregó a la imprenta en 2018. Algunos poemas de Alejandro son engranajes que arman y le dan musicalidad al libro. Yo bailé con Alejandro, edición de Sabor a Aura, se presentó en el Nuevo Teatro Fronterizo, en el barrio de La-vapiés de Madrid. Lo recibí de manos del cartero el pasado día de Reyes, con una cariñosa dedicatoria de la autora: Para Andrea este pedazo de mi vida, en el que ella encontrará pistas especiales. Gracias Milagros.

En Vida súbita Aura se narraba a sí mismo: Y de qué vivió, preguntan asombrados:/vivió de vida natural/ vivió de encantamiento /de un fuerte golpe /de un pulmón que le salió magnífico. Tenía horas y horas para volar, para bailar, para morirse de risa. /Daba cosa mirarlo tan contento/como si no esperara nada…

Yo bailé con Alejandro es un homenaje al poeta que nos lo devuelve con su alegría inefable, su sensibilidad superior y sus grandezas. Cuando vuelva a nacer/ voy a ser músico, / o si no, piedra rodante o mala palabra/ o lo que sea/ aunque sea esto mismo. Bailando también, Milagros declara a Alejandro : Creo en ti porque eres el cielo que cubre mi territorio, y así como nubes y estrellas resaltan el pensamiento, así sombras y sueños resaltan tu presencia.

Alguna vez Alejandro me contó que fue niño y conoció el hambre. Entusiasta apoyó mi trabajo por la infancia. Mi inolvidable amigo partió el 30 de julio de 2008: “Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta, pedir los abrigos y marcharnos, aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo y en las que cada uno pusimos nuestra identidad; se quedarán los demás, que cada vez son otros y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue, también el hueco de nuestra imaginación se queda, para que entre todos se encarguen de llenarlo, y nos vamos a nada limpiamente como las plantas, como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo y luego, sin rencor, deja de estarlo…”

(Próximamente Mochilas sin odio)