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Cumple 45 años

Conservar la vanguardia en el impacto social, reto de la UAM

Se necesita mayor financiamiento para no perder competitividad en docencia e investigación: rector Eduardo Peñalosa

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▲ El rector general de la UAM, Eduardo Peñalosa, dirigió la sesion 460 del Colegio Académico, el 2 de julio de 2019.Foto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Lunes 16 de diciembre de 2019, p. 32

Surgida en 1974 como una institución innovadora en la educación superior del país y a raíz de un contexto social conflictivo en el cual estuvieron presentes los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) se ha consolidado, en estos 45 años, como una de las casas de estudios más importantes del país, en docencia e investigación.

Como una de las universidades más jóvenes del país, en un contexto sumamente complejo y cambiante, enfrenta enormes retos, fuera y dentro de sus aulas.

Así, aparecen temas como el envejecimiento de su experimentada y reconocida planta docente; sub-utilización de su infraestructura física; ampliación de su matrícula sin perder calidad; mejorar y ampliar la oferta académica; potenciar el uso de las tecnologías, y atender la elevada tasa de deserción, atraso y eficiencia terminal que tiene.

Hacer frente al escaso e insuficiente subsidio federal y diversificar el financiamiento; hacer un ejercicio responsable de su autonomía, y el tema de la seguridad en los campus y sus alrededores, son otros grandes desafíos a resolver en la UAM, además de la obtención urgente de recursos adicionales para recuperar la infraestructura pérdida en los sismos de 2017, en la unidad Iztapalapa.

El rector general de la UAM, Eduardo Peñalosa Castro, el décimo tercero en este casi medio siglo de vida, se muestra optimista sobre el futuro de la institución, pues son muchas y diversas las fortalezas que se tienen, donde las decisiones se toman en colectivo, en un modelo vertical único y donde participa el conjunto de la comunidad universitaria, con sus diferentes órganos e instancias de gobierno.

Una de sus grandes fortalezas es la innovadora figura del profesor-investigador, la cual ha sido reproducida en modelos educativos nacionales y extranjeros, además de que es la institución que tiene más educadores de tiempo completo con doctorado, la segunda con más personal docente incorporado en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), y la segunda en tener a investigadores en el nivel III, también en este mismo sistema.

Es la única universidad mexicana entre las 100 con mayor impacto social en el mundo, de acuerdo al ranking elaborado por Times Higher Education, que evaluó los proyectos e investigaciones aplicadas a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) estipulados por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Para varios analistas e historiadores, la búsqueda de la estabilización social del país, tras la masacre de estudiantes en Tlatelolco en 1968, y el resurgimiento de inquietudes estudiantiles en 1971, cuyas protestas fueron nuevamente reprimidas, dio paso a la creación de nuevas instituciones educativas, como el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), las Escuelas Nacionales de Estudios Profesionales (ENEP) –ambas de la UNAM–, el Colegio de Bachilleres (Colbach), y la UAM, esta última con un decreto presidencial que entró en vigor el primero de enero de 1974. El 9 de enero de ese mismo año, el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez tomó posesión como primer rector de la naciente institución.

Para el 4 de marzo de 1975, se realizaba la Asamblea Constitutiva del Sindicato de Trabajadores de la UAM (Situam), instancia que ha tenido gran importancia en la institución, con la obtención de prestaciones de avanzada para el personal académico y administrativo, pero también con la realización de 17 huelgas en este lapso; la más larga, de 93 días, entre febrero y mayo de este 2019.

Para la creación de la UAM, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies) tuvo un papel trascendental, pues fue ésta la que recomendó al entonces presidente, Luis Echeverría Álvarez, la necesidad de crear una universidad en el área metropolitana de la Ciudad de México, que fuera pública y autónoma, además de un diseño innovador en lo educativo y en lo organizacional.

Con esta casa de estudios, en cuyo diseño también participó un destacado grupo de intelectuales, se quitaría cierta presión a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y al Instituto Politécnico Nacional (IPN) por la creciente demanda de estudiantes.

A las tres unidades académicas originales de la UAM en la Ciudad de México –Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco– se han incorporado, en 2005 y 2009, respectivamente, las sedes de Cuajimalpa y Lerma, en el estado de México, las cuales que tienen tareas pendientes en consolidación e infraestructura física.