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Yamileth Mercado elogia la apertura y el trabajo de Alfredo Caballero que la llevaron al cetro supergallo
 
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de noviembre de 2019, p. a12

Yamileth Mercado ganó el sábado el título mundial supergallo ante la keniana Fátima Sarika. La chihuahuense lo consiguió después de un año de trabajo intenso con el entrenador sonorense Alfredo Caballero, artífice de los monarcas Miguel Berchelt y Francisco Gallo Estrada, con quien ha integrado uno de los colectivos de boxeo más exitosos de México.

Al principio dijo que no sabía cómo trabajar conmigo porque nunca había tenido una mujer en el gimnasio, cuenta Yamileth; creo que era un prejuicio, pero me incluyó muy bien en su equipo y el trabajo colectivo está dando muchos resultados.Hoy no dice que yo soy su primera campeona mujer, sino que soy el tercer título de boxeo que consigue como entrenador.

Llegó hace un año a su gimnasio en Hermosillo, pero integrarse en ese colectivo fue lento y arduo. Pero una vez que lo consiguió, se convirtió en una más del equipo y con la misma mística que comparten todos los que trabajan con Caballero. Todos se ayudan y se animan.

Creo que Caballero consiguió integrar el equipo más exitoso de México, comparte Yamileth; “todo mundo elogia a los Reynoso con el Canelo, pero ¿dónde tienen a su segundo campeón? Y tampoco tienen una mujer con un título en su gimnasio”.

A partir de que ella se incorporó al grupo, Caballero asumió que vería en adelante que hombres y mujeres requerían de la misma atención y exigencia para desarrollar talento.

Claro, descubrió algunas particularidades, explica; un día se enfrentó a que el trabajo físico tenía efectos distintos en un peleador varón a lo de una mujer, que el peso no se perdía de la misma manera, que la forma en que retenemos líquidos también se trataba de otra manera, en fin, algunos detalles muy específicos, pero fuera de eso, el trabajo que diseñó es el mismo y lo hacemos todos juntos.

También han asumido como equipo que las mujeres no deben dejar de reclamar mejores sueldos, que la batalla es de todos, pero ellas no deben dejar de exigir un trato equitativo. No debemos olvidar que lo que defendemos es nuestro trabajo. Yo estudio enfermería, pero elegí dedicarme al boxeo. No me arrepiento, ahora soy campeona y no dejaré de reclamar pagos justos.