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Chile sigue incendiado por protestas sociales

Fracasa diálogo del gobierno de Piñera con la oposición

La derecha apuesta por el desgaste del movimiento

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▲ Las fuerzas de seguridad usan agua para dispersar la llamada Marcha de luto, en Santiago.Foto Afp
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 2 de noviembre de 2019, p. 17

Santiago. Un día después de que fracasara el diálogo entre el gobierno de Sebastián Piñera y la oposición centro izquierdista representada en el Parlamento, Santiago se convirtió una vez más en la capital del descontento: decenas de miles de personas, en un tornasol de diversidad y sin convocatoria previa acudieron al corazón de la capital de Chile nuevamente a proclamar su descontento.

Por la mañana, miles de chilenos fueron a los cementerios a recordar a sus muertos; por la tarde el Día de los Santos Inocentes se convirtió en manifestación de las esperanzas.

No hubo violencia hasta cerca de las 21 horas, cuando la policía (carabineros) inició un avance de tropas sustentado en el disparo de cartuchos de escopeta combinadas con un bombardeo masivo de gases lacrimógenos. Tras la dispersión inicial, los opositores se reagruparon en la medida de sus desiguales posibilidades, resistiendo el avance policiaco y dando batalla por muchas horas, hasta el anochecer.

Como ya es habitual en los tiempos de la conectividad instantánea, el llamado a acudir al centro de la ciudad corrió a mitad de la tarde por las redes sociales cual pólvora incendiada con la esperanza de batir récords de multitud, bastando apenas eso para que miles salieran de sus casas en estampida alegre, como si la estuvieran esperando.

Desde las cinco de la tarde y hasta las nueve de la noche Santiago fue una ciudad feliz: entre la Plaza Italia, el punto neurálgico del descontento, y la esquina del Paseo Ahumada con la Avenida Alameda, a 300 metros de la sede del gobierno, hubo un festival de diversidad cultural, con familias enteras.

Anteayer, los presidentes de la desprestigiada centro izquierda opositora –excepto el Partido Comunista–, se reunieron con los ministros del Interior, de Hacienda, de Trabajo y de la Secretaría General de Gobierno (portavoz), para buscar puntos de encuentro. La cita fue un fracaso e hizo constar las amplísimas distancias que existen entre el oficialismo y sus adversarios, tanto sobre el origen de la crisis política y social, como de la forma de superarla. En pocas palabras, mientras la centro izquierda reclama avanzar hacia reformas que desistió de impulsar en los 20 años continuos que usufructuó de administrar el Estado, sea por indolencia, cooptación o por cobardía política, la derecha política que representa al ortodoxo empresariado pinochetista se apertrecha en apostar al desgaste del movimiento social.

Nada más equivocado de acuerdo con los sentimientos que se expresan entre Plaza Italia y Avenida Santa Rosa, distantes a 3 kilómetros. Un extremo y el otro son sinónimos de resistencia al empuje incesante de la policía: mientras en el centro de la columna humana subsiste y expresa su contenido cultural en forma de música, danza, poesía y otras artes, en los puntos callejeros extremos de la movilización el combustible de la protesta ciudadana resiste el embate de la violencia policial.

Testimonio social

Sobre Plaza Italia sobrevuela a baja altura un helicóptero policial, coordinando la represión a las nueve de la noche, y la multitud le enseña el dedo índice. Los lacrimógenos se hacen sentir, pero el gentío no se mueve, parece inmune. Hay familias con sus hijos menores, pienso que cada vez parece más evidente que el gobierno de Sebastián Piñera está cerca del colapso y lo grave es que el presidente no se da cuenta, cree que lo está haciendo bien.

Hablo con un transeúnte, le digo que reporteo para México y le pregunto por qué está aquí: Alegría de ver a todo el país unido por una causa, han pasado muchos años que nos han estado mintiendo, robando, por ejemplo con las pensiones, dice. A la pregunta de ¿hasta cuándo dura esto?, lo interrumpe un joven que dice que hasta mucho rato. Mi mamá es profesora y se revienta, tiene 65 años y le pagan mal, y además tiene que trabajar en supermercados para abastecernos, no hay plata para comer.

La gente coincide en que un cambio mínimo aceptable pasa por cambiar primero la Constitución, un gran cambio, porque si empezamos a ponerle parches a ésta, vamos a seguir en la mierda de los últimos 30 años.

¿Consideras que este es el sentimiento de quienes no están acá?

Absolutamente. Los que no están, lo difunden por las redes sociales.