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Testimonios de fundadores del comité Eureka

Rosario Ibarra ha sido un timón para aquellos que buscan a sus desaparecidos

Celia Piedra y El Guaymas relatan cómo se formó el grupo pionero en la lucha por los derechos humanos

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▲ Doña Celia Piedra considera a Rosario Ibarra una hermana. El Guaymas fue rescatado con vida gracias a la labor de muchas mujeres, entre ellas doña Rosario, a quien él llamala mera jefa.Foto Blanche Petrich y Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Viernes 25 de octubre de 2019, p. 14

Mario Cartagena, El Guaymas, tiene claro que si no fuera por Rosario Ibarra de Piedra, no estaría vivo. Sería un desaparecido más. Y Celia Piedra, guerrerense de la Costa Grande, esposa de un desaparecido de los años 70, Jacob Nájera, también tiene claro que sin la fundadora del Comité Eureka ella y muchas otras mujeres que buscan a sus seres queridos desde hace cuatro décadas quizá hubieran luchado desunidas, a ciegas.

Para ella, Rosario es un timón y una hermana. Para él, la mera jefa. Ambos son pilares fundadores de lo que al principio llevó un nombre larguísimo: Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México.

Celia relata cómo se tejió ese primer nudo de lo que con los años y con el trabajo de muchos familiares de perseguidos y desaparecidos constituyó una red pionera en la lucha de los derechos humanos, la única organización que desafiaba el miedo instalado en esos años de autoritarismo en las calles, en las plazas y en los atrios de las iglesias.

“Eran los tiempos en que no había teléfonos en las casas, sino que te llamaban por caseta. Un día, estando yo ahí en mi pueblo, en San Jerónimo, me avisan que tenía llamada de larga distancia. Era una señora con el mismo apellido que el mío, pero de Monterrey. Me dijo: ‘Mire, sé que tiene un esposo desaparecido. Yo, un hijo. Somos hermanas del mismo dolor’.

A Jesús se lo llevaron en 1975. A mi esposo, un año antes. Rosario había leído una nota sobre mi caso en un periódico y me buscó para que investigáramos juntas. Me invitó a ir a la Ciudad de México a hablar con ella. Vine, la busqué. Y desde entonces caminamos juntas. Sí, somos hermanas.

Nunca nos detuvimos

Para entonces ya existía en Atoyac un comité de familiares de desaparecidos, porque el régimen de terror echeverrista había pegado con fuerza. Luego, cuenta doña Celia, ese comité se desintegró y muchas mujeres viajaron a Monterrey, invitadas por Rosario a formar con ella esa organización: Éramos muchas, muchas, de muchos otros estados. Empezamos y ya nunca nos detuvimos. Sólo se han detenido quienes han ido muriendo.

El rescate y presentación con vida de Cartagena es uno entre muchos casos de vidas salvadas por el trabajo hormiga de investigación, denuncia y solidaridad que lograron las doñas. Habla El Guaymas: Si no fuera porque doña Rosario se encontraba en San Francisco, California, en una reunión de Amnistía Internacional, hoy mi nombre sería uno más en la lista de desaparecidos. A ella le avisaron de México por telegrama que me habían visto en el campo militar y de inmediato tomó la palabra y denunció que había caído. Acto seguido le llegaron a José López Portillo más de 3 mil telegramas de todo el mundo reclamando mi presentación con vida. En esa época a él le importaba mucho su imagen internacional, así que la presión tuvo efecto.

Cartagena, combatiente de la Liga Comunista 23 de Septiembre, ya había caído una vez en Jalisco y protagonizó con otros presos políticos la famosa fuga de la prisión de Oblatos. En esa segunda caída fue apresado después de un enfrentamiento en colonia Narvarte, ya con siete balazos en el cuerpo, dos en cada una de las piernas. Trasladado a la Cruz Roja con un nombre falso, las brigadas blancas lo detectaron y lo llevaron al campo militar número 1, donde lo torturaron y dejaron que se le gangrenara una pierna. Ahí fue donde, en un muy conocido testimonio, él da fe de haber visto viva a la activista chihuahuense Alicia de los Ríos Merino.

Con la pierna amputada y gracias a la campaña internacional que organizó Ibarra de Piedra, Cartagena fue trasladado vivo al Reclusorio Norte, donde todavía cumplió varios años de prisión.

Al menos hay esperanza

La ceremonia del pasado miércoles ha dejado pensativa a doña Celia Piedra.

–¿Y usted piensa que el presidente López Obrador va a poder cumplir con el compromiso que le dejó Rosario, al entregarle en custodia la medalla Belisario Domínguez?

–Pues mira: Andrés tiene muchos problemas, está muy ocupado. Pero pienso que sí, que ojalá, que Dios quiera, que algo haga y no sea como los demás. Al menos hay esperanza.