Opinión
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Ciudad perdida

Zancadillas legislativas de la oposición

A

unque los trabajos de la oposición en el Congreso de la Ciudad de México supongan una organización fuerte, con un apoyo ciudadano robusto y un proyecto de trabajo por probarse, y por tanto con alguna posibilidad de éxito, lo cierto es que esa oposición sólo está llena de fracasos en la praxis, y día con día suma adeptos en contra.

Y es que aún no se han dado cuenta de que las cosas hoy no pueden seguir siendo como cuando ellos tenían el poder. Era natural, digámoslo así, que entre ellos mismos se desconfiara; unos y otros sabían de lo que eran capaces, los límites para el juego chueco no existían y plantearse que un fiscal podría ser más que un servidor público un cómplice del poder corrupto era muy posible. Así eran ellos.

Se quiera o no, las cosas han cambiado y poner candados a la elección de un fiscal para la Ciudad de México es sugerir que seguimos viviendo en el pasado, y eso debería ofender profundamente a los diputados de Morena que legislan por la ciudad capital porque, en pocas palabras, se les está señalando como iguales al PRD, al PRI y al PAN.

Pero bueno, este Congreso es aún más débil y torpe que la Asamblea Legislativa pasada. Cuando supusimos que no habría nada peor que la diputación local pasada, el Congreso actual nos muestra que ellos sí son peores, y hay quienes aseguran que no roban porque no entienden cómo, pero el acuerdo general es que no sirven para nada, y por ello suceden cosas como la de poner candados a la elección de fiscal.

El ataque fue directo contra Ernestina Godoy, a quien consideran alfil de la jefa de Gobierno, le niegan cualquier acento de independencia y se olvidan de que lo que requiere la ciudad es alguien que haga algo por la tan deteriorada seguridad que padecemos todos: amarillos, azules y tricolores, además de todo el resto de los pobladores de la CDMX.

Pero para evitar que Ernestina Godoy se convirtiera en fiscal tal sólo se tendría que tomar en cuenta su trabajo en la Procuraduría General de Justicia, y el resultado de la evaluación sería el que decidiera la suerte de la hoy procuradora.

Por lo pronto, aunque le tocó la parte de gobierno con mayores problemas internos –desde la corrupción hasta la burocracia laxa–, nadie puede hablar de buenos resultados; por el contrario, la ciudad está sumergida en una ola de violencia que empieza a cambiar hasta las formas más comunes de la vida en la urbe.

Tal vez eso bastaría, pero lo que es inaceptable es que se trate de medir con la misma vara a este gobierno con los pasados. La fenomenología que marcó el pasado no debe considerarse como argumento del presente, porque lo que se trata de erradicar es precisamente eso: los vicios que corroyeron las raíces de los partidos que ahora se dicen de oposición, pero es muy poco lo que representan.

De pasadita

Para que no existan dudas sobre la justicia en el gobierno federal actual, tan pronto como ya se debería llamar a cuentas al coordinador general de programas integrales de desarrollo del gobierno federal, Gabriel García, porque los programas simplemente no llegan a las comunidades, y mientras el servidor se dedica a la grilla partidista, la gente sigue reclamando los apoyos federales.

Lo mismo en Chiapas que en Hidalgo los reclamos son los mismos y la gente más necesitada, esa que es prioridad para el presidente López Obrador, cada día está más desesperada. Sería bueno saber qué explicaciones puede dar el servidor a la gente, porque en Morena ya saben de que lado masca la iguana.