Los servicios médicos deben cambiar, tener un diseño que asegure diagnósticos tempranos de VIH/sida y un rápido acceso a tratamientos. Gloria Maimela, del Instituto de Salud Reproductiva y VIH en Sudá-frica –la región más afectada por el virus–, resaltó que los portadores tienen necesidades específicas que no son atendidas en clínicas saturadas y carentes de equipos e insumos elementales.

Estamos enfrentando una epidemia y le estamos pidiendo a las personas que lleguen a instalaciones que no pueden alojarlos, con muy mala infraestructura, que no son lo suficientemente competentes para cumplir con sus necesidades tan diversas, que siempre están llenas y donde existe riesgo de infección entre pacientes, advirtió.

Por ello, ni las terapias más innovadoras ayudarán a que haya un control del virus en 90 por ciento para 2020, meta establecida por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (Onusida). Para esto –dijo– se necesita, además de rediseñar el sistema de salud, trabajar más con las comunidades.

En la Conferencia Internacional sobre Sida que se realiza en la Ciudad de México, la especialista expuso que un estudio en Sudáfrica detectó que a una persona portadora del virus le toma efectuar 30 acciones y trámites antes de poder abrir un expediente clínico en un centro de salud. La cifra se triplica para que llegue a la etapa de la supresión del virus y se suma el largo tiempo de espera en cada etapa del proceso. Esto afecta la adherencia al tratamiento, advirtió.

Hay evidencia de que las acciones efectuadas afuera de los centros de salud, mediante programas comunitarios y con participación de organizaciones civiles, pueden tener mejores resultados con los pacientes.

Se ha demostrado una mayor eficiencia e incremento en el número de personas tratadas con antirretrovirales. Esto también ayuda a reducir la saturación en las unidades médicas, indicó Maimela.

En tanto, Ntando Yola, de la fundación sudafricana sobre VIH Desmond Tutu, manifestó que el trabajo con las comunidades implica incluirlas en las reuniones de trabajo, asegurar su participación en todas las etapas del proceso clínico, tomarlas en cuenta para la toma de decisiones y destinar recursos para su financiamiento.