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La cámara y el oficio, 50 años de Rubén Pax tras la lente, en el Museo Archivo de la Fotografía
Foto
▲ Imagen captada por Rubén Pax en el Cerro del Cubilete, en Guanajuato. El MAF se ubica en Guatemala 120, Centro Histórico.
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 20 de julio de 2019, p. 6

Alrededor de 1984, cuando se fundó la Fototeca de Pachuca, el fotógrafo capitalino Rubén Cárdenas Paz –cuya firma artística es Rubén Pax– y su colega francés Eric Jervaise propusieron el proyecto de investigar y replicar el proceso del colodión húmedo –inventado a mediados del siglo XIX por el francés Gustave Le Gray– sobre placas de vidrio conocidas como ambrotipos.

Consultaron uno de los libros de fórmulas del profesor italiano Rodolfo Namias de principios de siglo XX y siguieron sus instrucciones lo más apegado posible al original, sólo que con proporciones decididamente menores, pues pasaron de las tinas de miles de litros a gramos y a pocos mililitros, un cuarto o medio litro cuando mucho.

El experimento corrió con la mayor de las fortunas hasta que leyeron –Jervaise era encargado de traducir del francés– que el método para secar el algodón pólvora –es decir, la nitrocelulosa, producto de mezclar ácido sulfúrico y nítrico–, se realizaba con temperaturas no muy altas y decidieron hacerlo en un horno de cocina con la flama baja. No contaban con que este material, el piróxilo, más que incendiarse, reacciona, por lo que despide un humo marrón o transparente imposible de extinguir –así ocurrió en la Cineteca Nacional en 1982, con los filmes de nitrato resguardados, pues son del mismo material–, hasta que la tapa del aparato salió volando, disparada por la explosión –es justo el material con el que Julio Verne impulsa la cápsula en De la Tierra a la Luna.

Fue una experiencia bastante importante y peligrosa. Ahí aprendimos que hay que tener más paciencia para el secado de la piroxilina, recuerda el profesor jubilado de la Escuela de Diseño del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Retrospectiva en la CDMX

El resultado no sólo fue un cuarto oscuro ambulante que permaneció largo tiempo en exhibición en el recinto hidalguense junto con algunas placas de vidrio que el par de artistas hicieron, sino lograr revivir este material en plena era de la fotografía masificada. Entre las pocas pruebas que guardó se encuentra un retrato que le tomó Jervaise y que ahora es una de las postales con las que se anuncia la amplia retrospectiva Rubén Pax: la cámara y el oficio, que abrió el pasado 4 de julio en el Museo Archivo de la Fotografía (MAF), ubicado en Guatemala 120, Centro Histórico de la Ciudad de México), hasta el 15 de septiembre.

Esta gran retrospectiva que sintetiza medio siglo de actividad profesional como profesor, fotorreportero, artista y antropólo-go de la imagen, reúne un centenar de piezas con series como la trilogía de loterías: la de Escritores Mexicanos, la de Oficios y Beneficios y una tradicional; además de las referidas experimentaciones de procesos fotográficos antiguos y en desuso; sus crónicas visuales sobre la capital del país, así como sus viajes por toda la República para documentar fiestas populares y religiosas en Pahuatlán y Huauchinango, en Puebla; Tlacotalpan, Veracruz; Santa Rosa, Guanajuato; Palenque, Chiapas; en Chichen Itzá, Yucatán; Real de Catorce, San Luis Potosí, y en un sinfín de sitios más, además del cuarto de siglo que ha registrado, sin falta, el Festival Internacional Cervantino.

En el segundo piso del MAF encontraremos una serie de testimonios y objetos, desde su primera cámara Kodak Brownie, hasta retratos de sus primeras exposiciones en los años 70 o con fotógrafos como Nacho López, los hermanos Mayo, Pedro Valtierra o su compadre Héctor García; páginas de La Jornada, donde fue laboratorista y fotoperiodista fundador, todo ello en un conglomerado bautizado como Laberinto Fotopax. También hallaremos multitud de impresiones 4 x de laboratorio comercial colocadas en el piso cual si fueran quelites o aguacates, a la usanza del tianguis y que así llamó.

Además de ser profesor del INBA más de 37 años, el maestro Pax abrió los Talleres Libres de Foto en su estudio personal, ubicado primero en Allende 14, casi Donceles, en el primer cuadro, y posteriormente en la colonia Tránsito.

“Para mí era muy importante no perder el contacto con la enseñanza porque representaba el fotoperiodismo y lo daba a conocer a través de mis clases, tenía una materia de fotografía de prensa y lo metí como parte de mi enseñanza. Hacía que mis alumnos conocieran a los autores de las fotografías y los mandaba a visitarlos, a que los entrevistaran, les tomaran fotos, y que hicieran un trabajo periodístico, ya sea de algo social con temas como la basura o el desperdicio del agua, pero con un compromiso con la ciudad.

“A mí de pronto no me gustan los números. Cuando me preguntan cuántos negativos tengo, pues no sé, podrían ser un millón o 500, nunca me he dado a la tarea de contarlos.

En este trabajo he pasado por muchos campos de la fotografía en cuanto a técnicas y a materiales, como las transparencias en color de 135 o película 120, incluso placas de 4 por 5, y luego los formatos de blanco y negro, la fotografía en color, y ahora también con la fotografía digital, un paso técnico más, concluye el maestro Pax.