Sociedad y Justicia
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Su participación en ciencias decrece con los años

Sesgos de género alejan de licenciaturas y posgrados a mujeres adolescentes: expertos

Jóvenes con altas capacidades no desarrollan su potencial por la polarización entre el azul y el rosa

 
Periódico La Jornada
Martes 2 de julio de 2019, p. 35

Santa Cruz De Tenerife. Las mujeres jóvenes con altas capacidades no son inmunes a los sesgos de género y, de hecho, éstos pueden resultar un freno para que desarrollen toda su potencialidad, afirma Doris Castellanos, experta en adolescentes con altas capacidades intelectuales de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

Castellanos participó ayer en el seminario Talento, emoción y creatividad que se desarrolla en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de La Laguna, en el contexto del Campus América 2019.

En una sala en la que no sólo había profesionales del ámbito educativo, sino también padres y madres de niños y niñas con altas capacidades, Castellanos Simons explicó el trabajo que realiza en México en talleres de orientación vocacional para niñas adolescentes y contó que inicialmente se registraron reticencias a que organizara actividades específicas para esa población femenina, pues las autoridades no comprendían que dicho colectivo tuviera necesidades especiales.

Y es que, como explicó la experta, ni siquiera las adolescentes con esas capacidades pueden escapar de la sociedad que se ha organizado en torno a lo que ella denomina la polarización entre el azul y el rosa, para referirse a los estereotipos culturales creados desde hace siglos para definir a los dos sexos: un mundo masculino de las habilidades instrumentales, los logros, la provisión y la realización social, y otro femenino centrado en el rol asistencial, la ternura y la vida hogareña. Esos roles comienzan a gestarse en las familias y se refuerzan en las escuelas.

Así, mencionó el estudio del proyecto Estereo de la Universitat Oberta de Catalunya, que revela cómo en una muestra de alumnado de enseñanza secundaria obligatoria, los niños valoran más asignaturas como educación física, tecnología y matemáticas, mientras que las niñas se decantan por las ciencias sociales, las ciencias naturales y la educación visual y plástica: desde temprano se van prefigurando unas y otras vocaciones, siguiendo sesgos de género.

Eso quedó refrendado por otro estudio, esta vez de la Fundación L’Oreal y Unesco, que demostraba cómo la participación femenina en ciencia decrece a medida que aumenta su nivel. Así, las poblaciones entre niños y niñas que empiezan el bachillerato de ciencias es similar, pero los porcentajes decrecen en la medida que llegan a la universidad, al posgrado, hasta llegar al último porcentaje de, únicamente, 3 por ciento de mujeres premio Nobel en ciencias.

Estos sesgos afectan a toda la población escolar, pero en el caso delas jóvenes con altas capacidades, se dan tres grandes dilemas, según Freeman: la contradicción entre talento y feminidad, de tal modo que parece para aceptar el primero, ellas deben renunciar a la segunda; el conflicto entre el éxito académico y la adaptación social, que hace que dejen de aspirar a mayores cotas académicas para sentirse más integradas en su entorno; y la elección profesional estereotipada, construida a lo largo de siglos, que las lleva a elegir unas carreras sobre otras, a pesar de que serían intelectualmente capaces de elegir la que quisieran. Todo ello tiene un impacto muy grande en sus proyectos de vida, aseveró la experta.

Citó otras problemáticas particulares de adolescentes hombres y mujeres con altas capacidades en ese periodo, que en algunos casos son más acusados en el caso de ellas. Por ejemplo, esa multipotencialidad puede ser una barrera porque dificulta qué meta elegir: son personas indecisas no porque tengan pocas opciones, sino debido a que tienen demasiadas. Otra traba es el perfeccionismo, muy fuerte en mujeres, que impide que logren sus aspiraciones por límites autoimpuestos. Y, otra vez, las decisiones segadas por estereotipos: chicas a las que les gustaría ser ingenieras, pero acaban siendo enfermeras.

La presión social sobre las mujeres es tal que la propia Castellanos Simons conoce casos de mujeres que han renunciado a estudiar un posgrado porque exige tal dedicación que han temido que suponga el fin de su vida de pareja, una disyuntiva que rara vez se plantea una maestría o doctorado masculino. Un hecho que explica la pervivencia de estos estereotipos es la escasez de roles femeninos en los que las jóvenes en edad escolar puedan fijarse. Ese colectivo necesita referentes y, cuando llega el caso de que algunas de estas estudiantes descubren la existencia de una mujer pionera en algún campo, suele aflorar un sentimiento de injusticia: ¿Por qué no hemos estudiado esto en el colegio?