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Migrantes esperan visa en Tijuana

Sin permiso de trabajar, nos obligan a robar

En EU nos trataron peor que a perros, no nos dejaban bañar y nos daban sólo una galleta para comer

La Jornada Baja California
Periódico La Jornada
Domingo 23 de junio de 2019, p. 9

Tijuana, BC., Todos los días, por El Chaparral –el túnel peatonal que conecta a esta ciudad con California– regresan a México familias completas, varones solos, mujeres con niños, decenas de centroamericanos que deberán esperar en México su siguiente cita con un juez de migración del vecino país del norte.

Una familia guatemalteca, papá, mamá y dos hijos de 7 y 10 años, llegaron a Tijuana luego de cuatro días de espera en las congeladoras de Estados Unidos. Consiguieron que les agenden una cita para pedir asilo. Y se las dieron, pero para el próximo 12 de diciembre. Deberán esperar seis meses en esta ciudad.

Rolando Díaz, padre de esta familia, asegura que los mexicanos los han tratado bien, pero considera que el gobierno de López Obrador no sabe lo que está haciendo al permitir que los migrantes esperen la cita en México.

No nos dejan trabajar, yo tengo dos niños y si no tengo cómo darles de comer, me van a obligar a robar y eso no quiero. En su retorno, el Instituto Nacional de Migración les expidió un permiso, pero sólo de estadía, no para trabajar. Vienen de cuatro días en Estados Unidos donde se sintieron trata-dos peor que perros: no nos dejaban bañarnos, nos daban una galleta salada para comer. Y en la explanada de El Chaparral se sienten, dicen, en el desamparo.

Su esposa, Luz Díaz, dice que lo urgente es buscar dónde quedarse porque no tienen dinero ni para comer, y para ella un albergue no es opción, ya que le han dicho que el trato ahí es peor que el que recibieron en Estados Unidos.

La familia lleva dos meses deambulando por México, durmien-do en parques, pasando frío y hambre, y ahora sólo tienen en mente regresarse a Guatemala, no sin antes advertir a sus compatriotas que deseen pedir asilo en Estados Unidos que no lo intenten, porque son mentiras que los reciben, son mentiras que nos quie-ran ayudar.

Luz refiere que a una persona que compartió la congeladora con ellos le dieron cita para asilo en un mes, asistió y le dieron otra en 15 días, volvió y le dieron otra, en un mes más, y no le resuelven. Si no nos quieren, que nos digan desde un principio y que no nos traigan de cita en cita.

Las historias se repiten, citas para dentro de cinco o seis meses, no hay permisos para trabajar ni un albergue seguro a dónde ir. Los 17 qué hay en TIjuana –todos sostenidos por asociaciones civiles– están a 90 y 100 por ciento de su capacidad. Y el centro viejo de la ciudad es un hervidero de migrantes africanos, haitianos, centroamericanos y cubanos.

Frustración compartida

Sentados en las banquetas o buscando hacer algún trabajo para que les paguen con una comida, todos comparten frustración: “No nos quieren ayudar, nos dan largas para que desistamos de pedir asilo".

El origen de la historia es también la misma; alguien les dijo que México estaba dejando pasar a todos y que Estados Unidos los tenía que recibir, que si venían con niños era más fácil, que si tenían algún familiar allá que se responsabilizara por ellos, también.