Política
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Nosotros ya no somos los mismos

Pasajes sobre la trayectoria de María de los Ángeles Moreno // Los votos más caros por algunos morenistas detractores

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▲ Desde cada trinchera priísta que ocupó, María de los Ángeles Moreno se decía defensora de los intereses del país. Imagen de archivoFoto Guillermo Sologuren
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na explicación/disculpa a las amigas iberas, que me pidieron les relatara algún incidente en la vida de María de los Ángeles Moreno, que les hablara más de su carácter y actitudes en vez de una simple relación de datos biográficos. Los pensaré, los escribiré (¡Vaya esfuerzo que me imponen!) y se los enviaré directamente en obvio de espacio. No me aguanto, sin embargo, las ganas de adelantar dos trailers (o avances, hablando en el argot cinematográfico):

1. Creo que el hoy Presidente era el jefe de gobierno del añorado DF, y María de los Ángeles Moreno la líder de los asambleístas. Por esta circunstancia se habían producido algunos rasguños que siempre consideré totalmente innecesarios entre la señora diputada y un lopezobradorista de prosapia: el eterno doctor honoris causa siempre perdida, don Carlos Monsiváis. Al primer buscapiés que les lancé cayeron ambos: querían aclarar razones de sus inexplicables desvaríos. Los convoqué en un pequeño cafecito allá por Miguel Ángel de Quevedo. Desde los saludos fueron muy afectuosos y de inmediato se agarraron a versiculazos. (Me atrevo a una versión libre de lo que recuerdo se dijeron esa tarde. A. Cuando se habla con la mente limpia, las palabras son transparentes. San Juan, capítulo 8 versículo 32. B. Hablando se entiede la gente. Teléfonos de México, SA de CV. A. Disipemos las tinieblas del maligno (aquí sí entendí a quién se referían), y la luz de la verdad se hará entre nosotros. San Simón 62 (Portales). De inmediato comprendí que en esta conversa mi presencia era menos que testimonial. Luego procuraría las versiones correspondientes a cada denominación que, al fin y al cabo, bien sabía yo, ambos eran retoños del mismo cogollo.

2. Un 15 de septiembre por la noche. En la oficina de MAM, el doctor Raúl Fernández y el que esto pretende recordar, le daban los últimos toques al discurso que ella, en nombre de los tres poderes, pronunciaría al día siguiente. Nuestro método de trabajo era sencillo: MAM, quien sería la única responsable de lo que al aire saliera, nos decía con precisión los conceptos que se había propuesto tratar, tuvieran relación directa con el motivo del acto que celebraba, conmemoraba, o no. Era el momento político que se vivía lo que pautaba sus posicionamientos y éstos siempre fueron no sólo oportunos sino progresistas. A Raúl le correspondía armar el esqueleto (ahorita sería ensamblar legos) que sustentaba históricamente nuestras posturas políticas: aportaba teorías, libros, ensayos, tratados y autores. El final era mi responsabilidad: en albañilería diríamos, los acabados; en repostería, el betún, el merengue.

Esa noche, de pronto MAM interrumpió un largo silencio durante el cual cada quien leía el texto y de golpe me dice: Oye, Carlos, desde hace tiempo quiero hacerte una pregunta y, aunque este no es el mejor momento, te pido que lo medites para que no me contestes desprevenido, sino por el contrario, bien pensado. –Pregunta, alcancé a decir– “tenemos ya bastante tiempo colaborando juntos, no sólo nos hemos llevado bien, sino muy bien. Compartimos cuestiones fundamentales y aún otras cosas importantísimas: las formas de trato y nuestro ríspido sentido del humor, siento, sin embargo, en ti una reserva, una marcada toma de distancia… Pero no te sientas obligado a contestar. Yo voy a decirte cuál es, según yo, la causa de esta percepción: mi cercanía con el presidente Salinas. Te adelanto que estoy convencida de que Carlos Salinas es uno de los hombres más inteligentes, más profesionalmente preparados y con una información sobre México y el mundo que pocos estadistas tienen. Personalmente le tengo una gratitud y un reconocimiento absolutos. Mi lealtad no tiene otro límite que los intereses de nuestro país y confió en que éstos jamás estarán contrapuestos”. Más temprano que tarde me platicó más cosas, con esta insistente salvedad: Si las dices, que sean como las platicamos. Así será.

Por favor, recuérdenme estos nombres: Lilly Téllez, Ana Miriam Ferráez Centeno, Nayeli Salvatori Bojalil, Juan Carlos Leal Segovia y alguno más, como la ciudadana de Bornemouth, England, quien, con su fuero de Mary Poppins, está convencida de que con el control del termostato, el alcoholismo está resuelto.

¡Ay Morena, Morena de mis amores! Por qué pocos votos pagaste éstos pinches detractores.

Twitter: @ortiztejeda