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Sus tres hijos, investigados por corrupción

Bolsonaro pronostica un tsunami en su gobierno; afirma que sabrá enfrentarlo

Mandos militares descubren que es imposible contener el carácter voluntarioso del presidente

Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Martes 14 de mayo de 2019, p. 24

Río De Janeiro. En su peculiar manera de expresarse, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, anunció el pasado viernes que esta semana un tsunami podría sacudir al gobierno y, en consecuencia, al país. No dio ninguna pista de cuándo, cómo y dónde aparecería la ola devastadora, pero aseguró que sabrá enfrentarla.

Una de las posibilidades de ese tsunami está relacionada a los escándalos que rodean a los tres hijos del presidente. El anuncio divulgado la noche del lunes, de que la justicia determinó romper el secreto bancario del senador Flavio Bolsonaro, uno de los hijos presidenciales bajo sospecha, así como del ex asesor Fabricio Queiróz, especie de ayudante directo de la familia, disparó las alarmas, una vez que sus dos hermanos se encuentran bajo investigación. Analistas, en todo caso, indican que ese es solamente un primer movimiento de aguas revueltas, y que podrán surgir más.

Sobran evidencias de los nombramientos de funcionarios fantasmas en sus respectivos despachos parlamentarios.

Se trata de una práctica bastante habitual en Brasil que consiste en nombrar a alguien que devuelve su sueldo casi íntegro al parlamentario en cuestión. Para quien defiende de manera extrema el fin de la corrupción, ser atrapado –con pruebas– en semejante práctica puede ser fatal en términos de credibilidad.

A punto de cumplir los cinco primeros meses más turbulentos de un gobierno en la historia de la república brasileña –o sea, de los últimos 130 años–, las palabras del presidente ultraderechista reforzaron el clima de profunda incertidumbre en que el país vive desde el primer día de 2019.

En estos casi cinco meses la popularidad de Bolsonaro se desplomó de manera significativa, desgastando las expectativas de uno de los sectores que más apostaron a su gestión: la banca y el mercado financiero. Las proyecciones para el desempeño de la economía, que en enero indicaban un crecimiento de 2.5 por ciento del producto interno bruto este año, ahora señalan una expansión que, en la más optimista de las hipótesis, será de 1.5 por ciento. Se fortalecen, a la vez, las proyecciones de un crecimiento negativo o muy cercano a uno por ciento, lo que implicaría el retorno de la recesión que castiga al país desde el golpe institucional que destituyó, en 2016, a la entonces presidenta Dilma Rousseff.

En las últimas semanas se agudizaron de manera preocupante los conflictos entre dos sectores del gobierno, el que integran los militares y el ideológico, que obedece las líneas expuestas por el astrólogo autonombrado filósofo Olavo de Carvalho, residente en Richmond, en el estado de Virginia, Estados Unidos.

Entre otras delicadezas, Carvalho calificó al general retirado Santos Cruz, que ocupa la secretaría general de Gobierno, de bosta engomada (mierda almidonada). La escalada de groserías disparadas por el astrólogo contra la cúpula militar del gobierno es ampliamente reforzada por uno de los hijos del presidente, el concejal de Río de Janeiro Carlos Bolsonaro, quien controla las redes sociales del padre.

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▲ Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, hace unos días luego de la colocación de la primera piedra de un segundo puente que conectará la ciudad brasileña de Foz de Iguazú con la de Presidente Franco, en Paraguay.Foto Afp

Reunidos con el presidente, los militares de más alto rango que integran el gobierno presionaron para poner punto final a las agresiones, principalmente en la ampliación de su alcance, de lo que hacen responsable al hijo del gobernante.

Los altos mandos indicaron a Bolsonaro –quien es capitán retirado– que lo que está en juego es la credibilidad de la institución.

El presidente, sin embargo, dejó en claro su admiración por el astrólogo e indicó que su hijo tiene libertad para expresarse.

El creciente malestar sería, por lo tanto, una de las razones del eventual tsunami anunciado: un abandono colectivo de los casi 200 militares que ocupan puestos importantes en los más variados niveles del gobierno.

Ocurre que las fuerzas armadas, de acuerdo con analistas, se encuentran en una especie de callejón sin salida. Pese a los beneficios obtenidos durante los gobiernos anteriores, principalmente en los dos mandatos de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), respaldaron la candidatura del ultraderechista para poner un fin al periodo en que la izquierda gobernó el país, hasta el golpe institucional de 2016. Esperaban poder funcionar como fuerza de contención a las actitudes voluntariosas de Bolsonaro. Ya se han dado cuenta de que tal misión es imposible. Abandonar el gobierno sería dar inicio de un periodo de inestabilidad cuyas consecuencias son imprevisibles.

Otra causa del tsunami anunciado podría surgir este miércoles, cuando están previstas manifestaciones en todo el país contra el recorte al presupuesto destinado a educación.

Según sean las dimensiones de esta protesta, podría ser el punto de partida para una secuencia de movilizaciones a escala nacional en repudio al gobierno que en cinco meses no ha presentado ninguna iniciativa destinada a superar la crisis que acosa a los brasileños.

Existe fuerte preocupación relacionada a la actitud que podrían adoptar las fuerzas de seguridad pública, según las dimensiones de las marchas de estudiantes y profesores. Una represión especialmente violenta podría provocar estallidos sociales en las calles, con consecuencias igualmente imprevisibles.

Hay, en todo caso, otras posibles causas del tsunami previsto por el capitán-presidente.

La absoluta falta de cualquier articulación eficaz con el Congreso llevó el gobierno a sufrir una serie de derrotas la semana pasada. Para ésta se anuncia un panorama preocupante. Entre otros temas en votación está, por ejemplo, la restructuración de los ministerios, adoptada por Bolsonaro vía decreto presidencial, que requiere aprobación del Congreso antes del 3 de junio o perderá su validez.

La virtual parálisis del gobierno, a su vez, provoca un grave desgaste en la opinión pública. La tensión creciente indica que podrá ocurrir no sólo un tsunami, sino una serie de tsunamis. Queda por ver cuándo ocurrirá.