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Ya se atiende el problema: AMLO

La amapola dejó de ser paliativo de la miseria en la sierra de Guerrero

Señalan riesgos de legalizar el cultivo de mariguana

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▲ Un campo de amapola en la sierra de Guerrero. Miles de campesinos que dependen de este cultivo han resultado perjudicados por el desplome del precio de la goma de opio, lo que ha puesto a la región en peligro de hambruna, según el alcalde de Chichihualco, Ismael Cástulo.Foto Sergio Ocampo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 25 de abril de 2019, p. 25

Chilpancingo, Gro., Luego de que el alcalde de Chichihualco, Ismael Cástulo Guzmán, advirtió que en los pueblos de la Sierra Madre del Sur habrá hambruna debido a la baja del precio de la goma de opio y que sólo en su municipio resultarán afectados unos 15 mil campesinos, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que ya se está atendiendo el problema.

Cástulo Guzmán señaló: Es lamentable lo que está pasando en la sierra porque se pensaba que la amapola (de la que se extrae goma de opio) dejaba dinero, pero ahora trajo pobreza y desgracia. El problema es qué hará la gente que vivía de la amapola.

Llamó a los gobiernos federal y estatal a ver “cómo ayudamos a la sierra. Si (los amapoleros) bajan a Chilpancingo, por hambre o por necesidad van a tomar la ciudad porque ahí está la comida. Ya no queremos vivir como prisioneros; no queremos más atole con el dedo.

Si no van a ayudar con proyectos productivos, dejen a la gente trabajar (en la siembra de amapola) porque es el sustento en la sierra.

Insistió en que si se deja sin trabajo a los sembradores sin llevarles proyectos productivos, habrá crisis como en otros lugares. Por eso tenemos que seguir luchando.

Los efectos de la caída de precio de la goma de opio, aseguró, llegan hasta Chilpancingo. Si antes los campesinos no pedían apoyos al gobierno era porque la amapola era sustentable, era una droga que dejaba dinero y al gobierno no le molestaba, pero ahora sí le van a pedir proyectos.

Insistió en que el riesgo de hambruna en la sierra es real porque no hay empleos. Queremos que nos ayuden. No somos animales.

Por separado, el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan y el Frente Unido de Policías Comunitarias del Estado de Guerrero (Fupceg) propusieron legalizar la mariguana con la rectoría del Estado, y que realmente se beneficie a los productores.

Abel Barrera Hernández, director de Tlachinollan, afirmó que legalizar esta droga podría ayudar a paliar los problemas en la región de la Montaña, entre ellos la violencia intercomunitaria, que las autoridades han dejado de lado.

Con la siembra de mariguana sucede lo mismo que con el café y la amapola: el mercado determina los precios. Así, cuando bajó el precio del café los cafetaleros quebraron.

El problema, agregó, es que no hay una red que regule (la producción de mariguana). Las propuestas que han planteado desde productores hasta empresarios requieren un acuerdo más normado y una regulación para la producción.

Barrera Hernández señaló que la baja del precio de la amapola se da a partir de la presencia de otros productos químicos. Primero se debe resolver el problema de la sobrevivencia alimentaria, y aunque la propuesta de la legalización de la mariguana suena bien, ante la extrema vulnerabilidad en que se encuentran los pueblos indígenas, podrían ser manipulados.

Pudiera ser un arma de doble filo, añadió, porque no hay una regulación clara ni una política que proteja a los campesinos. Las cooperativas pudieran ser una solución, siempre y cuando el Estado tenga un papel importante de regulación; de lo contrario, con un convenio privado va a predominar la lógica del mercado, en la que siempre pierde el débil.

En el contexto de violencia y corrupción que vive la entidad, propuestas como la legalización de la mariguana no aseguran un buen acuerdo comercial entre los campesinos y los compradores.

Salvador Alanís Trujillo, vocero del Frente Unido de Policías Comunitarias del Estado de Guerrero, que aglutina a las autodefensas de unos 10 municipios donde se siembra mariguana, afirmó: Yo coincido en que urge legalizar la mariguana, pero es necesario que se incluya como beneficiarios a los pueblos que por tradición la han sembrado.

Los permisos, agregó, deben repartirse de manera equitativa. El gobierno sabe exactamente en qué partes se siembra mariguana y en qué volumen. Esto podría definir la manera en que se repartan los permisos a campesinos o cooperativas.

En la sierra de Guerrero, un campesino que produce mariguana recibe apenas 200 pesos por kilo cosechado. El primer comprador recibe más ganancias que el productor por llevarla a las ciudades. Por ejemplo, un intermediario vende en Chilpancingo un kilo en 500 pesos, en Acapulco alcanza un precio hasta de mil pesos y en la Ciudad de México podrían pagarse hasta 2 mil pesos, en todos los casos al mayoreo.

Los que venden la mariguana al menudeo pueden obtener por un kilo entre 7 mil y 10 mil pesos. Esta utilidad es muchísimo mayor a la que obtienen los campesinos de la sierra que batallan cuatro meses para producirla.

A todo a esto hay que agregar la erradicación intensiva que el Ejército Mexicano realiza, lo que hace que la siembra ya no sea tan rentable como la amapola.

Por ello, la eventual legalización deberá incluir a los productores que durante varias generaciones han sembrado mariguana, lo que podría significar una mejora en la calidad de vida, y sobre todo, reduciría el control de los grupos delictivos sobre este negocio, que genera gran parte de la violencia que vive el país.

En la sierra de Guerrero la Cannabis sativa se siembra en poco más de 4 mil hectáreas, generalmente en época de lluvias para ahorrar dinero en riego. Esto sucede desde que se legalizó en Estados Unidos. Anteriormente se vendía de 700 hasta mil pesos el kilo en la sierra de Guerrero y era más rentable que ahora, pues ya está legalizada en el vecino país, concluyó.