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Ciudad perdida

Un laberinto, la ayuda económica a ancianos

P

or más experiencia acumulada que posean, los adultos mayores no alcanzan a comprender por qué la dispersión de los instrumentos para el cobro de las pensiones que les ha otorgado el gobierno.

Y sí, si echamos un ojo a la manera en la que se administran los recursos que se tienen para ese fin, nos hallamos con un laberinto difícil, muy difícil, de atender, pero sobre todo nos damos cuenta del desorden que se mantiene en este programa que, se quiera o no, es el más emblemático de todos los que ha puesto en marcha el presidente López Obrador.

De esa forma, tenemos que 292 mil 534 adultos mayores reciben su pensión en una tarjeta bancaria; 138 mil 63, que son pensionados del IMSS y del ISSSTE, reciben el apoyo económico de 2 mil 550 pesos bimestrales por la misma vía que reciben su pensión; 52 mil 364 a quienes ya se les otorgó la tarjeta para el bienestar por el gobierno federal, misma que les fue entregada en su domicilio, y en la que tienen el recurso económico, y por último, 180 mil 102 que sólo tienen la tarjeta rosa del Gobierno de la Ciudad de México obtendrán el auxilio económico en ese mismo instrumento.

Luego de mirar esta forma de administrar el programa uno se pregunta: ¿por qué no hay una sola forma, o dos, cuando mucho, de recibir el apoyo? El asunto, entonces, parece inexplicable: un exceso de burocracia que ha llevado a la confusión y a la desgracia a más de un anciano que se ha quedado, y no es exageración, sin dinero para comer.

Quienes están bien enterados del asunto cuentan que este caos se debe al señor Gabriel García Hernández, quien funge como coordinador general de programas integrales de desarrollo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y coordinador del Censo de Bienestar para el registro de los beneficiarios de los programas sociales, como la pensión para adultos mayores.

Hombre de todas las confianzas del Presidente de la República, García Hernández, quien se supone que entiende a la perfección a López Obrador porque lo ha acompañado en tareas tanto de la cuestión política como de la financiera, parece haber confundido la honestidad valiente con la intromisión absurda en todos los programas sociales.

Esta labor, hasta donde nos cuentan, se ha convertido en lastre para la ejecución de los programas sociales, y el mejor ejemplo, por decirlo de alguna manera, es lo que calificamos de caos en los programas de apoyo a los adultos mayores.

Lo sepan o no en las oficinas de los más altos mandos de gobierno, es urgente empezar a controlar las fallas que, como en el caso de los adultos mayores en la Ciudad de México, han ido creando un ambiente muy adverso para el presidente López Obrador. Es hora de poner cuidado y dejarse de confusiones bien intencionadas.

De pasadita

Ya en algunas otras entregas hemos hablado de la casi inexistencia de Morena en la Ciudad de México. La señora Bertha Luján, quien hasta ahora ha llevado, sin nombramiento de por medio, algunos de los asuntos de ese movimiento político, parece ya no estar muy de acuerdo con cargar responsabilidades que no le tocan y hay quien dice que no será ella quien se encarame en la presidencia de ese partido.

Para tal asunto, es decir, para la cabeza del partido en la CDMX, la jefa de Gobierno, Claudia Sheimbaum, mira con muy buenos ojos a la diputada federal Flor Ivone Morales, quien después de ser una muy brillante diputada local en la pasada legislatura –¿alguien la recuerda?– ahora se encargaría de los destinos de Morena en la capital, donde se ha ido diluyendo el ánimo de construir un instituto político de acuerdo con la responsabilidad de gobernar una plaza tan difícil como es esta ciudad.

Si el rumor fuera cierto, Morena estaría rompiendo con todas las apuestas del futuro morenista en la capital y daría una cara nueva a un proyecto nuevo. Ojalá y la diputada que proviene de Xochimilco sepa de verdad hacer política de la buena y no resulte otro fracaso. Atentos.