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Montan una historia de lazos familiares e identidad cultural alrededor de Piporro
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▲ Víctor Hernández en una escena de la función de estreno, el jueves, del montaje Radio Piporro y los nietos de don Eulalio en el Museo del Chopo .Foto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Sábado 6 de abril de 2019, p. 6

Una historia sobre los lazos familiares, la identidad cultural y la violencia en una sociedad asentada en el desierto norteño, contada alrededor de la figura del cantante y actor Eulalio González Piporro, articulan la obra de teatro Radio Piporro y los nietos de don Eulalio que tiene temporada de cuatro funciones en el Museo Universitario del Chopo.

Víctor Hernández, autor, director y actor de la puesta en escena la describe como ‘‘la historia de Piporro, de mi abuelo y mía como fue, como pudo haber sido y como me hubiera gustado que fuera”.

Crueldad humana, amor y migración

El montaje comienza con la interacción entre un hombre y su abuelo, que narra su juventud en un lugar cercano a la frontera con Estados Unidos mediante un discurso que detona carcajadas del público; con la oralidad y el taconeo va desgranando anécdotas donde la exageración, lo aliterado de las frases y el baile del protagonista nos ubica en una zona norteña, acompañados de referencias a Eulalio González.

Hernández asume el papel del abuelo en sus primeros años y luego cede la voz a Roberto Cázares, quien representa al anciano en ese intercambio donde la memoria se regodea en los excesos que permiten vislumbrar temas como la migración, la dificultad de existir en condiciones adversas, la crueldad humana y el amor.

En un vertiginoso revuelo parecido a las tolvaneras en una zona árida, el relato escénico echa mano de secuencias delirantes, paródicas, donde se alteran los tiempos; la memoria es una entidad cambiante, los hechos permiten la exageración que esconde una realidad durísima donde se entremezclan situaciones oníricas y atemporales con datos fidedignos.

Constantemente el binomio actoral refiere, tergiversa y se burla de la identidad cultural del ser norteño; lo niega para luego refrendar su validez desde elementos como la carne asada y el trabajo duro.

No podía faltar la referencia al machismo encarnada en una madre que no deja de dar el desayuno a su hijo para encarar la labor de parto de las hermanas cuatrillizas.

Desmitificar a ese referente del cine mexicano

En la segunda parte los protagonistas se refunden en una malhecha cabina radiofónica para relatar, entre bebidas alcohólicas, la vida de Piporro, quien reunió parte de los signos identitatarios de los regiomontanos, como la actitud, la ropa, el tono de la voz y las palabras, y cuya figura arrastró en su debacle a la sociedad del estado: ‘‘ya no teníamos palabras”, afirma Víctor Hernández.

La ‘‘metaficción historiográfica”, según el boletín alusivo a la obra, en que varias veces se rompe la cuarta pared para incluir a los espectadores en la trama, rehace, enfrenta, ensalza y llega a desmitificar en ocasiones la idolatrada personalidad de ese referente del cine mexicano que murió en 2003.

La obra Radio Piporro y los nietos de don Eulalio, con la compañía regiomontana La Canavaty, se presentó anoche; la función de hoy es a las 19 horas y el domingo 7 a las 18 horas en el Museo Universitario del Chopo (Dr. Enrique González Martínez 10, colonia Santa María La Ribera).