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Tumbando Caña

Cumbre Tajín celebra nuestra tercera raíz

N

uestra herencia africana, conocida también como la tercera raíz, tendrá presencia relevante en la 20 edición de Cumbre Tajín, a llevarse a cabo del 20 al 24 de marzo. Por primera vez, académicos, investigadores, músicos y danzantes debatirán sobre la importancia de los africanos y sus descendientes en la historia nuestra, así como los múltiples enfoques y tendencias que caracterizan tal mestizaje.

Los foros de charlas y conferencias se realizarán los días 23 y 24 , en tanto las actividades artísticas, que prevén música y danza de raíz afro y desarrollos actuales que van del rap urbano, son cubano, salsa y rock indígena, se efectuarán a lo largo de los cuatro días de fiesta en los diferentes foros (nichos) y plazas del Parque Temático.

La idea de Salomón Bazbaz, director de la Cumbre, es rendir homenaje (y visibilizar) a toda una cultura en resistencia, que durante años se ha mantenido al margen, sin tener, incluso, derechos constitucionales, porque no se les considera etnia, con sus usos y costumbres, sino parte de la población general.

La historia de la población negra ha sido ignorada y borrada, afirma Bazbaz. “La falta de conciencia que hay en México sobre los afromexicanos es porque siempre se ha tenido la creencia que en nuestra conformación social sólo intervinieron indígenas y españoles como grupos homogéneos, restando importancia al impacto de la población de origen africano.

Durante casi 500 años no se ha prestado atención a la existencia e influencia de los descendientes de africanos en México, siendo que, desde que llegaron, enriquecieron notablemente la cultura del país con su arte, su música, su idioma, su cocina y sus bailes.

Gracias a los datos que han aportado varias investigaciones realizadas por especialistas del INAH y después de los trabajos pioneros de Gonzalo Aguirre Beltrán en los años 50, sabemos que alrededor de 250 mil africanos, hombres y mujeres, llegaron de manera forzada a México durante el periodo virreinal, fundamentalmente entre 1580 y 1650. Conocemos que desempeñaron diversas actividades en casi todas las regiones del territorio novohispano y se ha documentado que gran parte de ellos provenían de culturas de África occidental, Central y del Sur, es decir de las grandes regiones de Senegambia, Guinea, el Congo, Angola y Mozambique

En 1519 los españoles trajeron al primer grupo de africanos a México para destinarlos a labores agrícolas y de minería de la plata bajo condiciones de una brutalidad indescriptible. Las protestas de los esclavos ocurrieron con frecuencia, lo mismo que la fuga de cimarrones, que establecieron asentamientos en las montañas de Orizaba.

En enero de 1609 Yanga, un legendario esclavo fugitivo, lideró a los cimarrones en una rebelión exitosa contra un ejército especial enviado por la corona española para aplastar la insurrección. Tras varias victorias de los cimarrones (esclavos rebeldes), los españoles aceptaron la demanda de los esclavos para que se les diera tierra y libertad. Yanga fundó el primer pueblo de africanos libres en las Américas: San Lorenzo de los Negros, cerca de Veracruz.

En 1810 José María Morelos y Pavón, uno de los líderes de la guerra de Independencia, siendo mulato, había vivido en carne propia los prejuicios reinantes en el país. Las mezclas raciales se consideraban indeseables en una sociedad que aspiraba a conservar la pureza de la raza y de la sangre estrictamente española.

El negro en México vivió una suerte de apartheid hasta que, en 1992, como parte de las celebraciones por el 500 aniversario de la llegada de los españoles a las Américas (el encuentro), el gobierno reconoció oficialmente que la cultura africana representaba la tercera raíz de la mexicana, junto con el aporte español e indígena.

Pero eso no bastó, los descendientes de africanos siguieron siendo tratados como extraños en sus tierras al grado de ser confundidos con ciudadanos del caribe y, en algunos casos, deportados del país por ilegales.

Para los antropólogos, tan interesados en las comunidades de afromestizos y para las mismas poblaciones, preocupadas por conocer sobre su pasado, faltan foros de estudios que expliquen y permitan entender los procesos históricos y canales, como el de Cumbre Tajín, que posibiliten exigir programas y acciones que los integren al discurso nacional sin regateos.