Opinión
Ver día anteriorJueves 7 de marzo de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ciudad Perdida

Emerge la basura de años en el STC

E

l problema que cada día se hacía mayor al fin reventó, y qué bueno que fue en una declaración y no en alguna de las instalaciones del Metro, que muy pronto cumplirá medio siglo de vida.

También el calendario hará recordar que ya han transcurrido casi seis años del aumento a la tarifa de ese servicio subterráneo que, por decirlo de alguna manera, se sigue hundiendo frente a la desesperación y el enojo de los usuarios, a quienes todos los días se les hace más difícil trasladarse en ese medio de transporte.

Hace seis años, cuando recién iniciaba el gobierno de Miguel Ángel Mancera, la discusión sobre el incremento a la tarifa parecía no dejar duda. Una mayoría veía en ese aumento la posibilidad de mejorar la oferta de transporte que acarrearía ese costo de más en el boleto.

Los ingresos extra que el gobierno de la ciudad obtendría por el aumento se estimaban en 3 mil millones de pesos, que en el discurso, y sólo en el discurso, servirían para poner en marcha proyectos de infraestructura y mejoras importantes en el servicio.

Pero hoy el Metro es razón de un nuevo escándalo. Bajo la Ciudad de México hay otra ciudad que, según la directora de ese sistema de transporte, se maneja prácticamente fuera de las leyes que rigen la vida en la superficie.

Florencia Serranía descubre ahora lo que ha estado a la vista de todos: la anarquía en el comercio, la voracidad de algunos proveedores que surgieron de la invención de alguien, y hasta la basura que, en todos los sentidos, ha inundado al Metro.

Pero sobre todo, la nueva directora se hace eco de una pregunta que desde hace varios años se hacen los usuarios y no usuarios del servicio: ¿qué pasó con el dinero que se recaudó? Si las cuentas no nos fallan, en el lapso comprendido de la entrada en vigor de la nueva tarifa y la llegada de un nuevo gobierno se habrían recaudado, cuando menos, más de 15 mil millones de pesos.

Ya hay en la Contraloría de la ciudad indicios claros de cuál fue el ducto por donde salieron buena parte de esos miles de millones y se tienen nombres de posibles responsables, a quienes la misma Contraloría deberá señalar en su momento.

Pero aunque la denuncia pesa, y mucho, el asunto ahora es saber qué es lo que se va a hacer antes de que todas las deficiencias se junten y el Metro colapse con consecuencias nefastas para todos. Eficientar el servicio, poner un alto al deterioro y reparar lo que se requiera, además de poner orden en el caótico mercado bajo el suelo, parecen ser tareas impostergables, pero se requiere de un plan, de un proyecto que logre zanjar el hoyanco que denunció Serranía.

Por lo pronto, los escándalos de corrupción tendrán que seguirse dando porque si no, parece no haber una explicación lógica del accionar del nuevo gobierno, que donde pisa encuentra otro motivo de alarma.

De pasadita

¿Cómo que ganaron los tianguistas? La alcaldesa en Iztapalapa, Clara Brugada, acordó con los vendedores callejeros no reubicarlos como se anunció hace un par de días. La primera decisión que se tomó tuvo que ver, según nos explicaron, con el reclamo vecinal que urgía cesar con la instalación del mercado sobre ruedas dado el deterioro de casas y servicios donde tres días a la semana opera el tianguis.

El asunto es bastante complicado no sólo por lo que parece un desdén de la alcaldesa a la denuncia vecinal, sino porque ese mercado ha sido señalado muchas veces como un foco de violencia y de venta de artículos de procedencias dudosa, es decir, está considerado como un factor de inseguridad en una Iztapalapa bastante insegura. Ahora no hay para cuándo hacer el cambio.