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AMLO en la tierra de El Chapo // Badiraguato, ¿punto de partida? // Asistencialismo contra narco // Otra renuncia en Conacyt

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▲ Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aumenta su presión para que se otorguen recursos para construir el muro fronterizo, el flujo de migrantes se mantiene y mujeres y niños arriesgan su vida para cruzar de cualquier forma a territorio estadunidense. En la imagen una mujer y un menor se introducen en el río Bravo.Foto Afp
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oy, por primera vez en los tiempos violentos del crimen organizado, un Presidente de la República pondrá pie en Badiraguato, el pequeño municipio de Sinaloa (apenas un poco más de 6 mil habitantes en toda la demarcación, según el censo de población de 2010) donde nacieron varios de los jefes del crimen organizado en el país, particularmente Joaquín Guzmán Loera, quien justamente ha recibido en Nueva York la confirmación por parte de un jurado de que nunca más volverá a ver en persona su terruño, en específico, ni su país de origen, en general.

La visita de Andrés Manuel López Obrador es trascendente (y delicada, en cuanto a la violencia expresa y latente que se registra en aquellos lares), por cuanto representa la mayor apuesta lanzada hasta la fecha desde que inició el trasiego de estupefacientes (a petición y contentillo de autoridades y comerciantes estadunidenses), por la pacificación de esa zona y el estímulo a formas distintas de producción agrícola y convivencia social.

Así como el ciudadano, dirigente partidista y varias veces candidato presidencial ha recorrido por tierra las carreteras y puntos geográficos más peligrosos, atenido a su convicción de que aún los más malosos sabrán respetar su bandera democrática y de cambio, ahora el Presidente de la República se arriesga a asistir a un escenario norteño y complicado sin que se adviertan los preparativos de cerco casi bélico que anteriores depositarios de la banda de tres colores solían montar para aparecerse en zonas urbanas como, por ejemplo, la mera capital del estado, Culiacán. Es de esperarse que, a pesar del talante de apertura que le satisface al presidente López Obrador, la prudencia de su equipo y de sus jefes militares impongan ciertas formas de control que protejan al tabasqueño, gozoso promotor de baños de pueblo en todoterreno.

Tocar la plaza de Badiraguato permitirá a López Obrador reforzar su plan de sustitución de importaciones estupefacientes por proyectos de desarrollo social. La clave para definir el éxito o el fracaso del planteamiento asistencialista del obradorismo radicará en las probabilidades que los destinatarios adjudiquen a un cambio real de vida mediante las ayudas y proyectos que presentará el tabasqueño, o prefieren seguir atados a la realidad económica y el dominio de la vida social que sostienen los grupos criminales: recibir la ayuda del gobierno federal, pero seguir practicando la siembra y comercio de mariguana y amapola, por ser esta actividad la que más ganancias les reditúe, podría ser la alternativa para amplios segmentos regionales que seguirán teniendo la vista mercantil hacia el norte transfronterizo en cuanto el consumo de drogas allá seguirá siendo un muy productivo negocio.

De avanzar aceptablemente el envite andresino, la visita de hoy podría ser recordada como el simbólico banderazo de salida de un proceso largamente anunciado: el de no perseguir a las cabezas de los grupos criminales y tender una bandera de paz, con ofrecimientos de diversas ayudas económicas para el desarrollo social, a ellos y a las comunidades donde largamente han reinado (en Badiraguato, como en otros lugares del país, la figura de El Chapo es reverenciada por ciertos segmentos que se sentían protegidos por las políticas del jefe ahora condenado en Brooklyn).

Renunció el segundo de los subdirectores de Conacyt que habían sido impugnados. David Alexir Ledesma dejó su cargo ante la fuerte impugnación que generó el que no hubiera cursado ni la mitad de una licenciatura y ya estuviera en un puesto de actividades científicas y, con frecuencia, relacionadas con posgrados. El vocero de Palacio Nacional, Jesús Ramírez Cuevas, dio, sin embargo, una explicación peculiar del caso: No tenía ningún puesto directivo realmente. Hacía labores de respaldo. No tenía nombramiento, estaba haciendo funciones de comunicación, como llevando las redes sociales. Presentó su renuncia por todo el cuestionamiento en la prensa y en las redes. Fue por voluntad propia. Ah.

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